El Mariachi Quebró Mi Amor
sonar normales dentro de la casa. Decidí quedarme. Irme sería darle la razón a Sofía, se
, antes de que la vida de Sofía absorbiera la mía. La voz potente de los mariachis llenó mis oídos, ahogando el ruido de la fiesta. Cerré los oj
la humillación. Solo existía la música. Sentí una paz que no había experiment
ntí una presencia a mi lado. Abrí los ojos. Era Isabella
bien?",
ífono. "¿Por qu
sta. Pero allá adentro las cosas s
a saber. Pero ella co
n. Dijo que le dolía la cabeza y necesi
pero fue débil, lejano. Como
canse", dije, y volví
sorprendida por mi falta de reacción.
ente. Podía escuchar, por encima de los violines, los murmullos de un
e no reconocí. "Le están poniendo los c
escuchar", su
te. Sofía es demasiado para
habría buscado un rincón para esconder su vergüenza. Per
Eran tres, dos hombres y una mujer, todos amigos de Sofía del club de p
", pregunté, mi voz
una camisa rosa, tartamudeó. "No, no, pa
i tierra. No creo que en su club de polo escuchen mucho de esto, ¿ve
nerviosa. El tipo de la
nes por qué
, en cambio, estaban hablando de mi vida personal. Si tienen a
e de respeto, o tal vez miedo. Les di la espalda y
, arreglándose el cuello de la camisa. Tenía el pelo ligeramente despeinad
con claro doble sentido. "Aunque la cam
lo agarrara del cuello de su camisa
ta. De hecho, pensaba cambiarla. ¿Tienes alguna re
peraba esa respuesta. Estaba jugando
tentando recuperar el control. "Solo esta
o en ti. Se ve que sabes cómo 'ayudar' a
pequeño cuaderno y un lápiz. Era un viejo hábito. Cuando algo me molestaba o me inspiraba, escribía. Empecé a traz
de que Sofía había salido de la habitación y ahora
stás ha
vista. "E
ndo por una crisis, Ricardo, y tú
ga la mitad de las cuentas de esta casa. Incluyen
ontrajo en una
nsible! ¡No te
no. "Por primera vez en mucho tiempo, me
s había visto: miedo. El miedo de un titiritero qu