Despertar de un Mal Sueño
lculadas, que Miguel llevaba días presionándome, hablándome de escapar para "hacerse ricos" y que me amenazaba si le contaba a alguien. Vi la duda luchar contra el amor en sus rostros, pe
iradas de puro veneno, entendiendo perfe
a vez que Miguel o Catalina entraban en la habitación, yo me tensaba visiblemente, una actuación que estaba perfeccionando con cada ho
inge
eparaba la comida, empecé a sentir un extraño mareo. Mi cabeza se
lida otra vez. ¿
que estaba poniendo la mesa,
r. Toma un poco de agua, te hará bien", dijo co
il, la sed era real. Bebí un sorbo, luego otro. Fue mi último error consciente. Lo siguiente que s
Miguel estaba sentado en el asiento de al lado, mirando por la ventana con una sonrisa triunfante. El pánico me golpeó como una pared de ladrillos. Me incorpo
ultar su satisfacción. "Por un momento pensé que C
agua. No fue un simple plan de Miguel, fue una conspira
apá? ¿Qué les hiciste?
fiebre, y que yo, como el buen hermano que soy, me ofrecí a llevarte al doctor del pueblo vecino mie
ndome, y corrí por e
e secuestró! ¡Este no es mi herma
es de que nadie pudiera reaccionar, Miguel ya estaba a mi lado, sujetándome con fuerza por los
eran. "Mi hermanita no está bien. Está enferma, a veces se le va la cabeza y no reconoce a la g
nte, como si estuv
uila. Soy yo, Miguel.
a él. La mujer que me había mirado con lástima ahora asentía con comprensión. El hombre que frunció el ceño des
evándome cada vez más lejos de casa, cada kilómetro un clavo más en el ataúd de mi esperanza. Había subestimado su crueldad y su astucia. Estaba sola, atrapada con mi v