No Metí en Tu Juego Prohibido
taba en la cocina, tratando de encontrar la normalidad en la preparación de una simple ta
, preguntó Isabella, sin preám
, confundida.
e su error. Se ha dado cuenta de que tú no perteneces a este lugar. A su lado" . Se acercó,
n la cocina. Vio a las dos mujeres fr
alabra fue un martillazo en el corazón de ella. "
Isabella a Ricardo, incrédula. "¿Desp
una frialdad glacial. "Recoge tus cosas
La observó mientras metía su ropa y sus cuadernos de bocetos en una maleta barata, con la misma impaciencia con la que uno espera que recoj
, dijo él, antes de cerra
de la cerradura girando como una sentencia final. Se sintió como un
ió en la puerta del pequeño y deprimente apartamento que el
ofía" , dijo, con lágrimas
. Hicieron el amor con una urgencia febril, una colisión de desesperación
go y todo será diferente. Te lo prome
rincón de su mente, pero era la única mentira que la mantenía a flote. Empezó a planificar un
ento sin avisar, con la excusa de "ver cómo estaba su hermanito" . Cada vez que Isabella estaba cerca, Ricardo se transformaba en ese
do de ir a ver un pequeño salón para la recepción. Estaban en una cafetería cercana, d
e abrió de golpe. Era Isabella. Su ro
yendo la atención de todos los prese
pían. Isabella la golpeó, arañó, gritando obscenidades, llamándola ladrona, aprovechada. Sofía solo podía intentar protegerse la cara, sintiendo e
o y punzante en el abdomen. Un dolor diferente, p