La Que Te Amó y Perdiste: Un Destino Inesperado
a, Mateo. Quier
mirada deteniéndose en mi ve
adí, mi voz sonaba tranq
n una mueca de desdén. Cogió su pluma y
bro de tus escenas d
a. Simpleme
y frío. Sin discusiones, sin reproch
os golpeó en la cara. Me detuve ant
at
ó, imp
es para tu dieta de la migraña. Y el número del fisiotera
ó la nota. La dejé sobre el capó de su
ó. Su voz tenía
me
a estaba vacía. El silencio que antes
hecho. No había ropa limpi
có una migraña terrible. Buscó las pastillas
ono. La mujer, asustada, le dijo que la señora Sala
o organizaba todo. T
Se sentía perdido
el dolor de cabeza. En su lugar, encontró una caja
eo: El café, solo una taza por la mañana, sin azúcar". "
uloso y constante que él siempre había dado por sentado. Sintió un