Arrepentirías a Ofenderme: El Regreso De La Ceo
y decidido, el suave chasquido del cierre resonó en la silen
francés con una reputación de ser increíblemente
l agave y su pasión por el tequila son... impresionantes. Ha hec
la Imperio no es solo una bebida, señor Dubois, es el
bía negociado personalmente durante seis meses. Este contrato abriría las puertas de Europa
mar, la puerta de la sala de juntas se abrió de golpe
torbellino, con el rostro rojo de
completo al importante cliente y
y ambiciosa asistente. Se aferraba a su brazo con una familiarida
ros que había decidido ignorar durante semanas, todo cobró sentido en ese instante. La forma
eíblemente calmada, aunque por dentro sentía un terremoto. "
us ojos estaban fijos en Ximena, llenos de
las de la compañía cuando te la pasas coqueteand
l, meticulosa. Miró a Sofía, quien se encogió detrás de Ricardo,
la compostura. "El señor Dubois y yo hemos estado discutiendo l
empre celosa, siempre envidiosa! ¡No soportas que tenga a alguien de
. El señor Dubois se levantó, su rostro
ficiente," dijo el franc
imena, intentó intervenir. "Señor Ricardo,
fía se asomó por detrás de Ricard
a," siseó con desprecio. "Aquí e
dos sin aliento. Ricardo no la corrigió
Miró a su esposo, el hombre con el que había compartido diez años de su
esposa y cofundadora de este imperio?" preguntó Ximena, su voz peligrosamente baja. "Dime, Ricardo,
do, pero la furia, alimentada por la mano de Sofía que a
, Ximena! ¡Lárgat