La Venganza de la Bailaora
a a antiséptico
, los poderosos Castillo, paseaban p
a señora Castillo s
no lo detuviste? ¡Él es un t
llido agudo, llen
s, sin una pizca de la sumisió
y fría. "Se metió en el fuego por la mujer que ama. Yo
con la mirada, pero no dijo n
endo, con Yolanda cojeando entre ellos. Tenía que
me miró. Corrió hacia
a mi niña!
hacia mí, su ca
al tablao porque tenías celos de que Yolanda iba
ridícula, tan predeci
a, la sobrina huérfana a la que adoraban. Yo era la fuerte, l
eléfono de
o que digas
é el
rabación que había hecho esa misma tarde
acerle un pequeño arreglo al suyo. Un poco de aceite cerca del calentador... parecerá un accidente. Cuando s
en el pasill
da con puro desprecio. Mis propios p
me miró
ces, el cir
o su vida, pero... hemos tenido que amputar la pierna izquierda
cayó como
illo soltó un
la de Yolanda. Su cara de preocupaci
cientemente alto para que todos la
vaporado. El heredero de los Ca