Morí, Pero Volví a Bailar
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talmente por El Tuerto, el hombre al qu
y el crujido de mis huesos
queña habitación de Sevilla, con el sol de la tarde entrando por
punto de robar mis zapatos de flamenco, aquellos z
s me costaron todo: el desprecio de mi madre, la envidia retorc
jó a la boca del lobo, vendiéndome para "
poder tan maligno tenían unos simples
a, ni miedo. Solo una sonrisa fría y
la historia y la veng