No Soy Tu Marioneta: El Juego Final
el cuarto estaba oscuro y silencioso. Mi cuerpo temblaba, no por el frío, sino por el r
periferia de la Ciudad de México. La luz de la luna se filtraba por la ve
e por fuera. Escuché la voz de mi
d! Mañana mismo te vas a la maquiladora en la frontera. Tu hermano ne
pagar la cesárea. La misma que me dijo que m
había bebé. Miré mis manos, jóvenes, s
mi graduación de la pr
ta vez, las cosas serían diferentes. No volv
glado con un hombre que me golpeaba. Recordé a mi padre, Ramón, siempre ausente, siempre aprobando en silencio el abus
sangre hasta
vez
fuerza que mi cuerpo adolescente podía reunir, la estrellé contra la cerradur
e estaba allí, con los
a malagr
izo ver estrellas, pero no retrocedí. El dolor era r
aliente?" siseó, levan
estaba en una mesita cercana. No p
Mi voz sonó extraña, más
aídos por el ruido. Mi padre me miró con
ta, contrólala," dijo mi pad
cionaría con ellos. Tenía que us
amente. Miré a mi pad
suave y calculadora. "Ir a la fábrica e
ió el ceño. "¿
que podré enviarles? ¿Suficiente para los caprichos de Mateo?
en silencio,
conseguir un buen trabajo. O mejor aún, un buen marido. Un hombre rico. Imaginen la dote. Podría
adre. Mateo, que hasta ahora par
para mí?"
Uno deportivo. Del
"¡Estás mintiendo! ¡Solo quiere
ndo en el futuro de la familia. Pero necesito que ustede
no se miraron. La a
ijo mi padre. "Es una mej
ero
errumpió mi padre.
on la mirada, derrota
irándome. "Irás a la universi
rás que nos devolverás cada centavo y que todo tu
ba la garantía de mi futura esclavitud, mi mente ya