Mis Hermanos Crueles
a noche se me metía en los huesos. La herida en mi tobillo no dejaba de sangrar. La venda improvisada que Máximo había
la sangre los fue volviendo más audaces. Se acercaban, olisqueaban mi herida, y a veces, sus di
n con alucinaciones. Veía a mis padres, sonriéndome desde lejos, en uno de sus escenarios internacionale
llo de mi pantalón. Tenía poca batería, pero era mi úni
nte, co
naba irritada, lejana. De
era un susurro ronco. "Me estoy m
pequeño rasguño con una peineta ensayando y estoy más preocupado por
as me golpeó más fuerte q
s... me han mordid
l teléfono a Máximo. "Así aprenderás a no robar lo que no
pitido. Hab
edando justo fuera de mi alcance. La desesperación me invad
enta violenta se desató. La lluvia caía a cántaros, fría y torrencial. Empapó mis ropas, mi pelo, y lo
idad empezó a cerrarse a mi alrededor. Lo último que vi antes de perder el c