SuperLuna de Venganza
su espalda le resulta inquietantemente familiar, como si ya hubiese sentido ese toque antes. La s
ue me toques, pu
calor de mi piel te ha
el ceño y lo
Es la primera
loqueándole el paso. Elara se detiene bruscamente y lo observa
la manada Aoki, ubicada en
tratando de encontrar algún ind
nada de lobos?... Entonces, es verda
su sonrisa revelando un destell
ante de l
en guardia. Haruki vuelve a caminar, esta vez delante
egunta, observando su porte i
mo y se gira apenas lo
untuoso-. Ya verás por ti misma de qué
demán una puert
ela
La proximidad es sofocante, un roce de alientos que la deja atrapada en la negrura de sus ojos. Haruki la observa con una intensidad indescifrable, su mirada desce
varias sillas a su alrededor. Sobre la superficie reluciente, un festín digno de una reina aguarda: una elegante vajilla de porcelana enmarca platos rebosantes de frutas frescas, panes artesanales aún tibios, embutidos finamente cortados y una variedad de dulces g
mandíbula ancha y bien definida se tensa en una expresión de tranquila observación. Una barba meticulosamente arreglada enmarca su rostro varonil, acentuando su atractivo rudo pero refinado. Sus ojos, de un dorado intenso como la miel a contraluz, recorren el paisaje con calma hasta que un leve sonido lo hace girar hacia l
ve, rica en matices y cargad
su pecho. Confusión y alarma se mezclan en su mente. Haruki susp
lengua y lo mira con sorna-. No es Elizabeth.
rente a las personas que, posib
logra ocultar a tiempo. Elara lo capta al instante y su m
ero, helado e implacable-. ¿Tú me ata
a su complexión robusta, la altura que se asemeja d
alto como
Sus ojos dorados, cálidos y turbados a la vez, se clavan en los de Elara con una inte
iera permitiría que una sombra de tristeza tocara su alma.
amanecer. Hay algo en la quietud que no resulta incómodo, sino íntimo, como si
a torcida, rompe la calma con u
í lo haría,
frunce el ceño, su
cabeza, como si su diversión
o a cualquiera qu
a Haruki, su mirada encendida
exclama, su voz vibrando con una
risa cínica se amplía mientras da media vuelta, alejándose con paso despreocupado,
deja sola
no teme a la bestia? ¿Por q
con cinismo antes de
es para decirm
se ensancha con una ternura desconcertante, su mirada
ordará el porqué de mi
guridad con la que pronuncia cada palabra, que la desarma. Es demasiado romántico, demasiado íntimo, demasiado... peligroso. P
a fresca. Su estómago protesta en un retortijón silencioso, pero su mente, aún en guardia, le susurra que tenga cuidad
ragancia es embriagadora, y por un instante, la necesidad
ad de matarla, pero no lo hizo. La trajo hasta aquí, la dejó co
a, y, contra su voluntad, su cuerpo se relaja. Prueba un pedazo de embutido, y el sabor exquisito, salado y lleno de especias, la golpea como una revelaci
e sonrisa en su rostro. No dice nada, simplemente d
re bocado y bocado, su voz firme, aunque en el
atacó anoche, lo siento... Pero dí
en su plato y lo
le pagar por lo que
do un codo sobre la mesa mient
mi reina, pero... ¿cómo
ofrío recorre su cuerpo al recordar la brutalidad de la criatura
supongo que tendr
pl
, entornando los ojos-. ¿Por qué me dices la de
esa misma expresión
ya sabe de nue
no un hom
erAlfa de la manada Azona, una gran comunidad de
e ver cómo se saborea, de la forma en que su ceño se frunce cada vez que algo en su mente no encaja. Hay paciencia en los ojos de él, una
ser «SuperAlfa», que supongo, son líd
mos aquí, excepto t
dre
a la puerta con un par de golpes firmes. Él desvía
nt
ero elegante atuendo entra en la habitación. Su postura
a leve inclinación de cabeza-. El rey espera ver