SuperLuna de Venganza
las copas de los árboles y proyectando sombras largas y danzantes sobre la cabaña donde Elara ha nacido. Desde su escondite entre las ramas de un viejo roble, Damián se mantiene en silencio, s
me sutil del deseo. Cada individuo tiene su propia composición aromática, un rastro inconfundible que delata su presencia. Pero ella... ella es distinta. No hay rastro del dulzor característico de un niño, ni el leve
no tendría una crianza adecuada. Cuando el viento sacude las ramas o un búho ulula en la distancia, él permanece cerca, listo para intervenir si es necesario. A veces,
tre los árboles que rodean la cabaña, escuchando cómo su madre le cuenta historias antes de dormir. Habla de vampiros, brujas y hombres lobo, no como seres de terro
etiene de pronto y mira fijamente hacia el bosque. Sus o
lce-, creo que tengo u
ríe y se ace
, ¿
ente con
de tus cuentos. Este es un ángel negr
. Se arrodilla junto a ella y le acaric
tal vez también haya diferentes tipos de ángeles guardianes. Estoy
s humano. No tiene alma. Y, sin embargo, en ese momento, quiere creer qu
ercana. Y en más de una ocasión, cree ver una sombra a lo lejos, una silueta oscura que desaparece en un parpadeo a
rce años, un forastero se acerca demasiado a la cabaña con intenciones siniestras, y nunca se vuelve a saber de él. A los diecisiete, cuando viaja al pueblo,
usca agua del pozo, sin imaginar el peligro que la acecha. Un grupo de hombres la acorrala entre los árboles, mirándola con intenc
muerte desciend
zan a caer uno por uno, arrastrados hacia la oscuridad. No puede ver nada con claridad, pero sí escucha el crujido de huesos rotos, los jadeos ahoga
mento lo que lo embriaga, sino el sabor de la venganza, de la justicia brutal e impla
l de un modo más profundo. La ha visto crecer, la ha protegido, y con los años, se
ambiar. Que su presencia en la vida de Elara no podrá seguir siendo para siempre. Porque tarde o tempr