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Mi Amante Secreto El CEO

Capítulo 3  Intrusos en la cena.

Palabras:1380    |    Actualizado en: 16/06/2025

a Ir

o gesto hacia mí. No ha cruzado más que una mirada educada y distante.

Como si hubiera cometido una traición imperdonable. Caminé haci

iales, lavanda y jazmín, y sales aromáticas, como si

... pero mi alma seguía en guerra. Cerré los ojos, hundí la cabeza hasta cubrir mis o

lavar no era mi cuerp

entre dientes, con rabia-. No p

pensamiento. Ha sido mi roca, mi amor, el hombre que me hizo

oy haciendo? Pensando en otro. Obsesion

n valores, y si alguna vez esto saliera a la luz, el escándal

e Miguel, interrumpiendo d

no, protector. Siempre logra arranc

cabello mojado como si eso pudiera borrar de mi rostro la culpa

con sus dedos cálidos. Sus caricias no eran pasionales, no esta vez. Eran

guntó, acariciando mi mejil

cabeza, evit

e malestar -le mentí, por segunda vez en el día. A él

ucciones a los trabajadores para que el nuevo capataz se in

itar frunc

engo el presentimiento de que no aportará nada bueno a la hacienda -dije, per

n delicadeza y me oblig

iada, tenle un chin de fe. Hazlo por mí -me susurró antes de s

aportará nada bueno. Ya verás -dije mientras él salía de la ha

mientos confusos y sentimientos encontrados. Pero al caer la noche, decidí que deb

o elegiría, con todo y sus defectos, con su e

arente, de un gris satinado que acariciaba mis curvas con descaro. Me miré al espejo. Me sentía at

ropa in

... y solo tuya -me dije frente al espejo, con los labios e

llo, perfumé mis clavículas. Y bajé las escaleras como

ombro, desconcierto y deseo. Boquiabierto, no logró emitir palabra alguna durante unos segundos

tono de voz ronco, casi contenido, como si sus pensami

conectaba con las habitaciones de invitados. El capataz y su esposa irrumpieron en el comedo

aron al verlos ent

da con llave, y la principal también. Para ingresar aquí desde su alojamiento debían haber d

rme. Su presencia tenía ese algo de las mujeres del campo, sencillas, fuertes,

ntrario a

rdaron en recorrerme de arriba abajo, y cuando se detuvieron en mis senos, que se insinuaban sin p

la fui al pensar que esta noche sería íntima y especial! ¡Qu

sin disimular su mirada-. Discu

era invadir, observar, deleitarse con lo que no le pertenec

iera interpretarlos, habló con esa voz amable que tanto amaba

icó con tono tranquilo, como si me contara que había traído pan fresco del pueblo-. Ya que es muy grande y sol

ano para no estallar en carcajadas.

re nosotros? ¿O a compartir mi ropa interior, ya que ta

venenosa, mientras mi garganta ardía co

do mis bubis, ¿no crees, amor? -dije con dulzura ácida, l

me respondió, pero sabía que lo había herido.

ntras me alejaba hacia la habitación, sin

l... confundida. Como si no entendiera por qué estaba molesta. Como si n

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