La estudiante en la sauna masculina
a recibir placer, no a darlo. Pero eso no me preocupaba: conseguiría mi orgasm
mágica. Me gustaba estar así, con el culo al aire. Mi ano ya estaba preparado, el miembro engrasado, y la
r. Concentrada en lo que ocurría en mi intestino, sentí euforia y olvidé todo lo demás.
arne y hundiéndose más y más. Debo reconocer que sabía lo que hacía;
acer. Su verga, tras sortear los estrechamientos,
a de haber aceptado un órgano de aquel tamaño y estaba dispuesta a
a tensión inicial cedió, y ya podí
i intestino. Me volvía loca de placer: las sensaciones táctiles del roce y la
ersonas más allá de raza o cultura. Aquí, en el sex-club,
. Mi compañero empujó suave mi espalda y caí a cua
penetrara en mi culo en otro ángulo. Su movimient
, y me lamenté de que nadie nos viera. Me hubiera encantado que los hombres alrededor se masturb
embro me penetrab
hundió su verga en mi intestino lo
Luego salió despacio, se puso en
tronco y lamerlo, tan profundo como pude. Noté un ligero sabor a lubrica
inminente. Quería atrapar todo su semen en mi boca: probar
r y gemir. Movió las caderas hacia mi
nalgas se tensaron; el hombre arqueó la e
ndo, con mis labios formando un anillo para no perder ni una
uido por todo el tronco; di una última su
bor: era bastante líquida y suave. Satisfecha con
vistió. No se ofreció a ayudarme a correrme; me hubiera gustado, pero no me molestó. Quiz
boca de semen y se fueron. ¡Y fue estupendo! Sonreí con paz interior. Aunque l
mi recompensa por el trabajo hecho. Envolví la toalla en mis caderas y salí al pasillo. Me dirigí a la
a planta. Aunque quizá tendría suerte y podría tener sexo justo allí: muchas
cura», que seguía vacía. Al llegar a las
oda; no había rastro de suciedad. Eché
lgo estirada, pero sin más cambios. Había soportado bi
viniera. Aunque, si un par de hombres me hubieran querido follar en
Todo resultaba casi casto; nadie importunaba a