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Cuando el Tiempo se Detiene

Cuando el Tiempo se Detiene

Autor: S. Mejia
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Capítulo 1 Un Hombre Muerto

Palabras:1339    |    Actualizado en: Hoy, a las 06:16

ilencio del comedor. Andrés Beltrán contemplaba su copa de vino sin tocarla, mientra

sto? -preguntó finalmente, con la vo

sta, sin sorpresa, sin

ando el teléfono a un lado-. Tú sabías perfectamente lo que era

o no dijo nada. Ya no ten

lentamente hacia él, deteniéndose a su l

ontenía compasión alguna-. Y lo sabes. Si no fuera por el acue

ó los puños

monio, Catalina. Y

ombre con quien no voy a pasar el resto de mi vida... y mucho menos darle

lta y recogió su bolso d

ngo una cena.

disipó rápido, pero el veneno de sus palabras s

quedó solo

ia y los ecos de su respiración agitada. Sentía el corazón pesado, el

ó sobre la mesa. Era Lucí

tó con voz ba

Noruega. Es un equipo de científicos que lleva más de ocho años estudiando la misma enfermedad que usted padece. Los in

rporó lentamen

es solo otro experi

lidos, y según el doctor Sforza -el neurólogo que lo había atendido los últimos meses-, es su mejor oportunidad. Ya hi

en responder. Luego se llev

Confir

dido,

u interior. Era tenue, casi imperceptible, pero ahí e

no al fin. Lo b

erto... pero aún respiraba. Y mientras pudiera

sus hombros. Desde el ventanal de su oficina en el piso treinta y siete, observaba el tráfico avanzar lentamente por la aven

manos, pero ya no sentía el calor

rse, como siempre hacía

ando una carpeta sobre su escritorio-. Le traje los i

rsonas que no le hablaban con miedo ni con compasió

edad con lo

aquete médico fue enviado por mensajería diplomática. Su traslado ya está cub

ntió, sin

to. ¿Al

n momento an

lo acompañará en el viaje. Que está muy

risa seca. No e

acompañado a nada. N

esa casa no había lugar para el a

a? -cambió

la noticia de su viaje... algunos miembros del

sobre el escritorio y

án equi

e prepare u

. Aún soy el presidente. Nadie va a

bajo la superficie. Andrés ya no era el mismo hombre que había construido Beltrá

re que se i

como siempre: impecable, sereno, con el traje oscuro a medida y la m

emporalmente por cuestiones personales. La vicepresidenta interin

de los accionistas, con voz

miró sin

No responde

cuando salió de la sala, sintió que algo lo seguía. No eran pasos, ni somb

apagadas y el aire sin aroma. Tomó una copa de whisky y subió al estudio. Allí, donde nadie entraba, donde las p

ografías antiguas. Cartas d

bello atado con

de convertirse en el hombre que era ahora, había si

ya no i

uero, cerró los ojos y dejó

a empresa. Lucía lo acompañó hasta el abordaje. Le entregó

r ir solo? -preguntó,

que enfrentarl

bras, y él le ofreció una pequeña sonr

por tod

dijo adiós. Nunca le

se sentó y dejó que el rugido de los motores s

o gris se abría ante él, una idea empezó a

tía una razón

a no l

ba por de

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