SANAR AL REY, AMAR AL HOMBRE
na de las mesas alejado de todos, no dudo en llenar dos copas de vino y se acercó a él. Era un hombre alto, de un metro ochenta, con una presencia imponen
e su fuerza, mientras que su espalda ancha y sus rasg
e como un noble, con ropas de fina hechura que destacaban su porte distinguido. Su sonrisa encantad
r aquí? ―le preguntó de m
na gravedad que podría haber cautivado a quienes lo escucharan, haciendo que cada palabra pareciera una promesa su
u amante. Cuando llegaron a la escalera, él le soltó la mano y permitió que ella subiera primero para poder apreciar el movimiento de sus caderas y sin poder resistirse, la agarró de la cintura y puso su cara en sus glúteos, y aprovechó a morderle suavem
an apreciar un poco el lugar y a los amantes que ocupasen el lugar.
atrajo a él y la besó. A ella le encaban sus besos, cuando
otro lugar ―le dijo, a
turnándose entre una y otra, hasta llegar a sus muslos y a su parte interna. Apartó con delicadeza dejando al descubierto el paraíso para el hombre. Tenía vello, aunque no en abundancia, se notaba que era una mujer limpia que le gustaba tener todo emprolijado, y ese pequeño monte lo excitó aú
y luego gritó de placer cuando él pasó de lamer a succionar.
u clítoris. Ella se encontraba temblando de placer, y más fue su goce cuando él iba de arriba a abajo, y la hacía desear más y más... Estaba tan estimulada y llena de placer, que el orgasmo no tardó en llegar. El gri
n lado, comenzó a acariciarse, pasando sus manos con delicadeza por su cuerpo, deteniéndose en sus pechos. Los apr
a ―le dijo él, sint
su pene. Él gimió ante el cálido tacto, cerró los ojos, y comenzó a disfrutar de las caricias que ella le estaba dando. Sonya se puso al nivel de la cintura de él y se llevó el miembro viril a la boca, jugó con su lengua por un momento, para luego introducirlo en su boca. Él tembló de placer. En un momento, Asher la agarró del cabello y guio los movimientos que desea, hasta que no aguantó más. La emp
to, haciéndola desear aún más. Volvieron a mirarse a los ojos, y él por fin se introdujo dentro de ella. Sonya perdió el aliento por un segundo, el placer era inmen
uando él acabo, ella lo hizo al mismo tiempo. Cansados, pero extasiados, se acostaron en la cama. Él la abr
ertarse. Miró al hombre que tenía al lad
corazón ―la
arse ―le dijo ella, dándo
gió en donde había dos fuentes con agua. Ella em
nto verme ―le dijo el
un salto y la a
usurró él, comenzando a acariciar las
sexo justo como a ella le gustaba. Cuando la sintió húmeda y lista, él se posicionó mejor detrás de ella, y la penetró con avidez. Sus movimientos empiezan siendo suaves, él quería seguir disfrutando de su calidez, sabía que en cuanto comenzara a aumentar la velocidad de su movimi
sabía que ella muchas veces usaba alguna de las habitaciones vacías con alguno de sus "amigos", después de todo, él siempre estaba atento a todo lo que sucedía en el lugar. Sin embargo, jamás de
e dijo ella, rodeando el
tos íntimos, y tampoco quería q
su manera, ella lo ama. Y estaba segura de que él a la suya, también. Ya hacía cinco años que tenían sus encuentros, y aunque se habían conocido de alguna forma romántica, realmente no existía tanto amor. Tenían momentos en los que no se veían durante