Matrimonio Forzado: Venganza
ambiado tan drásticamente de un día para otro. Apenas tenía dieciocho años, con un futuro por delante y muchos sue
dinario, uno más en mi rutina diaria, pero no era así. La realidad me golpeaba con fuerza, recordándome lo que
sabía que lo que estaban haciendo era un negocio puro y duro, donde las familias influyentes en
idos en la organización, o de lo contrario, sería una ofensa. No tenía mucha información sobre el tema, sol
siquiera había terminado el instituto; me faltaban algunos meses para graduarme y, aparentemente, ese día nunca llegaría. Decía ad
mé tan pronto como entró a mi ha
desaprobadora desde
asunto no podemos
a no defenderme? Esta era una de las muchas razones por
cé un poco la voz-. Soy tu h
adre y merezco respeto. Harás lo que yo te diga. Además, sabemos que no pod
uiera lo conozco -me quejé-. Y ni h
r, Fiorella. En cuanto menos lo pienses, tendrás a Marco De
trevidas que había adquirido recientemente,
las sábanas de mi cuerpo y me levanté de la cama, acercándome a su lado pa
ba haciendo para girarse
e has prestado atención. Solo necesitan pasar
ese hombre, pero sabía que mi mamá actuaba así para evitar problemas con el abuelo; a
e obligara a alguien a casarse con él no lo convertía en una buena perso
sar tiempo co
ar más sus sermones. Me cepillé los dientes y me tomé mi tiempo
en mi habitación. Caminé hasta mi armario para sacar algo có
s de 15 minutos y que baje -informó la joven del servicio, tras
ro suspiro, pero esta vez era pesado, como si una carga abrumadora pesara sobre mis hombros. Me se
en la garganta que me ahogaba lentamente. Al mirar la hora en la mesa junto a mi cama,
o tenía idea de lo que planeaban para mí, pero podía ima
n cuando me agarró del brazo y me arrastró hacia el salón. Al entrar, me di cuenta de que ni mi padre ni mi abuel
rnos a comprar tu vestido de novia. Es todo un
egría esta boda, y menos con un hombre
, para que los hombres frente a noso
da rápida que me amonestó
o, y me sobresalté al escuchar su voz profunda y cal
ue habló, mi mirada se alzó sin poderlo evitar. En ese instante, me arre
mi súplica y se soltó de mi agarre con disimulo. Marco le indicó a su compañero que también saliera de la ha
e obligó a mi
viosa, no te haré nada... aun. -No comprendía a qué se refería, pero su af
uenta? ¿Y qué quer
a pensamientos oscuros, y ya estaba paralizada p
y continué mirándolo.
dea de que pudiera sacar un arma. No sé por qué pensé eso, tal vez porque
caja negra, acercándose un poco a mí. Noté que su
e oro blanco, con varias piedras pequeñas brillantes y una más grande en el centro. Podía
mano para alcanzar la suya, estremeciéndome al sentir su piel rozar la mía, provocando que me sonrojara. Deslizó el anillo de co
lantada frente a él, con las manos cruzadas y temblorosas,
nuestro entorno, no se permitía que ninguna mujer soltera o que no fuera esposa de alguien estuviera
í, era alguien inaceptable. Ni su fortuna, poder ni atractivo me hacían verlo como u