Matrimonio falso con mi primer amor
CH
a casa, y mucho menos par
ron como una ola. De alguna manera, el aire huele igual, ese asfixiant
vidades cotidianas me transporta a cuando la gent
el implacable y frustrante deber de enterrar a alguien que nunca
ar de mentirme a mí mismo y afrontar
ecir que me alegro de q
e nada más que mi ira y m
i destino. Y ahora camino por las calles, vislumbrando mi pasad
uve mi primera pelea. Salí con un ojo m
imer beso con Alison Wood . Ella qu
ena . No puedo evitar detenerme y mirarla, con una sensación de orgullo y satisf
a punto de arruina
o mientras mi mente se d
ía en busca de Jesica -la única persona que sentí como de la familia durante mi infancia y a
bodas y todo lo relacionado con las flores. Sentí que la floristería era su santuario, un lugar donde podía sentirse segura, li
raba su don con las flores. Las reconocía por su nombre al verlas, sabía
spolvoreado de polen, sus manos arreglando delicadamente un ramo, su sonri
erían perfectas para una boda de primavera. Aunque no me interesaban las flores, sus conocimient
dirigió hacia mí y el
ero ceño fruncido tiró de
sciente de que me hab
estás esperando? , preguntó con esa voz sua
Para irritarte, obviamente. Algún día tendrás tu propia fl
abras, pero asintió hacia mi libro, arqueando una
probar si tenía razón y
de hacerme pasar por alto las complicaciones de mi vida. La que me trató
n la mirada fija en mi rostro hasta que pasan, y sus furiosos susurros llegan a mis oídos. No lle
ía excepto para en
mplica mucho más que un padre que, de todos modos, probab
con los años, aunque nunca admitiría esto último. La floristería sigue siendo un faro de purez
te no se aleja de la floristerí
hael
. El tiempo le había marcado las arrugas del rostro y le había dejado el espacio junto a la barbilla ligeramente caído.
a que esperaba ver al regresar al pueblo, pero claro, este lugar siempre me sorprende. Valentina y y
explotar. Aprendí hace mucho tiempo a guardarme mis cartas, sobre todo cuando se trata de Valentina . Esa lección se ha exte
está muerto , digo con la
ro no hay compasión, bondad ni comprensión. -Claro. Vendr
a una ceja, claramente no aceptando mi tono despreocupado. -¿Sigues si
e cualquier asunto importante que te trai
ré -le digo con una sonris
ena de desdén mientras me mira como si alguien hubiera traído algo del césped en la suela de su zapato. -Solo me sorprende que hayas