El precio del poder
lverlos, volviéndolo todo más claustrofóbico. Javier Montoya no podía esconder el miedo en sus ojos. El hombre co
voz firme y controlada. No podía permitir que la dud
podría salir de esta situación con facilidad. Durante años, Mariana había
vantando las manos en un intento de calmarla. Su to
a tiempo para juegos ni explicaciones vacías. Sabía que las mentiras se teje
a dejar manipular. -Sé lo que estás haciendo. Estás involucrado en algo much
su pecho, como si fuera el guardaespaldas de Javier. Mariana lo observ
o, señora Estévez -dijo el hombre, su voz baja
su enojo la hicieran vacilar. Sabía que, al me
amilia. -Sus palabras fueron como un corte de cuchillo, afiladas y dec
como si estuviera decidiendo algo. Mariana no dejó de mirarlo, esperando una respuesta que
te, con voz baja. -Hay fuerzas más grandes de las que puedes imaginar invo
dose más. Su corazón latía con fuerza
para estos criminales. ¿Por qué están usando a personas inocentes como carn
rpulento se mantuvo en su lugar, observando cada movimiento. Finalmente, Javi
a. Lo que están haciendo va mucho más allá. No solo están explotando a mujeres y niños. Están utilizando el dinero d
labra de Javier era como una losa que caía sobre sus hombros, pero aún a
ados. Ya no podía permitirse perder el ti
que asintió ligeramente. Entonce
propio círculo, Mariana. Alguien en quien confiabas. -Javier dejó que sus pa
nto, incapaz de procesar completamente lo que acababa de escuchar. Su vida, su imperio, todo
on voz baja, aunque sabía que
y se pasó la ma
-Su confesión fue la últi
s, como si fuera parte de su equipo, de su familia. Ahora, se daba cuenta de que é
, con un gesto de advertencia, como si quis
alguien que sabe que la situación ya no tiene vuelta atrás.
un segundo, parecía du
ré. Pero hay algo que debes saber: si sigues adelante con esto, si te enfrentas a l
había traicionado? Pero, al mismo tiempo, no tenía muchas opciones. La situación era ca
nses ni por un segundo que me detendrás. -Las palab