La esposa oculta del CEO
ra en apartar la vista. Durante años, se había acostumbrado a ser invisible en su vida, a fingir que su presenc
ella, sintiendo cómo su propia voz se
se curvaron en una so
n peligroso que hizo que Natalia sin
re que aceptara u
ia no estaba dispu
nía otra opción -sus palabras fueron un recordatorio tanto para él como para
rcándose lo suficiente como para que Natalia sintier
a baja, peligrosa-. ¿Que puedes tomar tus cosas
do, tratando de man
actamente
pasándose una mano por
s, Natalia. No
n el aire entre ellos,
ue te preocupa lo que dirán los medios? ¿Porque
on una intensidad
ue er
la garganta. No por las palabras en sí, sino
a de la que realmente sentía-. No puedes simplemente dec
o si quisiera decir algo más, pero al
s -dijo al fin, con un tono qu
ómo la desespera
des hac
on una expresió
e inte
la cama mientras miraba las maletas que no pudo llevarse. En su in
ía igualar. Si él decía que no la dejaría ir, significaba que hab
irse caer en la
o podía huir, al menos no har
hubiera pasado. Si Emiliano quería jugar a ese juego, e
y el teléfono en la otra. No parecía haber dormido mucho. Sus ojos estaban ligeramente e
l, con una voz tranq
inmediato. En su mente
-comentó finalmente, tomando
mesa y se inclinó hacia adelante,
e no iba a
cruzó lo
? ¿Quedarme aquí como una prisionera mientras
nció e
mpromiso c
ebo c
da se e
he mentido
ó una ris
osas hasta que me ente
ndose una mano p
dirte que confíes en mí. Pero
intentando descifrar qué ha
Explícame por qu
rse y caminar hacia la ventana. Se quedó allí, con las
re nosotros no ha term
atalia se detuv
ue hay entre no
que ella pudiera ver la sombra de algo que
di
bía querido era que él la viera, que reconociera lo que realmente significaba para él.
es conmig
on pasos decididos. Cuando estuvo frente a ella, se i
e jugado
a para responder, pe
evo tus maletas y cruza esa puerta. Pero si te detienes aunque s
actamente lo que estaba haciendo. Le estaba poniendo una
ría admitirlo, parte
lo
ita
o sa