Amor en la Toscana
de la noche. Sophie se despertó temprano, como ya se había acostumbrado desde que llegó a la Toscana, y se levantó de la cama para contemplar el paisaje desde la venta
empre en movimiento, entre entrevistas y reuniones. Pero aquí, entre las montañas y los viñedos, todo parecía más lento, más profundo.
naba entre los viñedos, observaba cómo los trabajadores se movían con agilidad, recogiendo los racimos con manos expertas. Aunque ya había pasado varios días allí, nunca dejab
atracción. A veces, él la observaba en silencio, como si también estuviera analizando cada movimiento suyo. Su mirada, siempre profunda y reservada, parecía esconder mucho más de lo que mostraba. Y aunque Sophie sentía un
on salsa de tomate, hierbas frescas y un toque de aceite de oliva llenaron el aire, invitando a todos a disfrutar de un merecido descanso. Sophie se
anoche? -le preguntó una de las trabajadora
profundo y afrutado del vino tinto
pero con una intensidad única
con una sonr
o es solo la tierra, ni el clima, ni siquiera las manos que lo cosechan.
del vino, sino también de algo más profundo. Algo que le re
de eso? -preguntó S
considerando qué decir. Luego, suspiró y miró hacia donde Luc
l vino va más allá de lo que muchos pueden entender. Pero, ¿sabías que él nu
ño, intrigada por la
eño? -preguntó
on la cabeza
orque sentía que no tenía otra opción. Durante años, estuvo atrapado en ese deber, sin encontrar su propio cam
citurno de Luca. Sin embargo, también sentía una profunda curiosidad por saber más. No podía evita
-preguntó, esperando
jó la vista a su plato de pasta, como si
rdida. Pero también es su forma de amar. El vino tiene una manera de hacerle sentir que tiene algo bajo su control. Es difíci
con lo que Luca había compartido la noche anterior. El vino, como metáfora de la vida, de la lucha, de los miedos y las pasiones ocultas.
idad para acercarse más a él. La conversación con Elena la había dejado pensativa, y sentía que, d
barricas, observando el proceso de fermentación del vino. La luz dorada de la tarde ilu
a sonrisa tímida-, ¿puedo
rprendidos, pero asintió sin deci
ophie. ¿Q
do, buscando las p
l miedo... Quería saber si hay algo más que quieras compartir. No me m
cía que meditaba las palabras que iba a decir. Finalmente, dio un paso
taba atrapado, de que no podía escapar de las expectativas de mi padre, de la responsabilidad que pesaba sobre mis hombros. El vino,
. Era un hombre marcado por sus propias batallas internas, pero ta
lla, con suavidad-. Si alguna vez necesit
ad. Un destello de reconocimiento, como si, tal vez, él también sintiera el peso de las palabras no dichas
phie. Lo ten
lo que los unía, sino una conexión más profunda, más humana. Ambos sabían que, aunque el camino por recorrer serí
ía que su estancia en la Toscana, aunque solo estuvier