Amor en la Toscana
hora que su despertador sonó, esa alarma insistente que la sacaba de su sueño profundo. Miró el reloj, un tanto perpleja. A pesar de haber dormido pocas horas, se sentía extrañam
que llevaba años buscando una oportunidad para hacer su propio nombre en el mundo del periodismo. La Toscana. La misma región que tantas veces había vist
se dijo a sí misma, buscando el pequeño sobre
cada historia. En el fondo, deseaba que aquel verano en la Toscana fuera más que solo un artículo. Quería ser parte de ese p
tranquilo de las hélices y del suave balanceo del avión. Mientras se perdía en la vista desde la ventana, pensaba en todo lo que dejaría atrás. La vida
ornaban el paisaje la recibieron con los brazos abiertos, ofreciéndole un respiro de la ciudad, de la vida acelerada. Tomó un taxi hacia el pequeño pueblo de Montepulciano, d
a que las rodeaba. El aire estaba impregnado con el aroma de las flores, el pan recién horneado y, por supuesto, el vino. En el centro de la
ción de estar exactame
liano, intentando sonar lo más fluida posible, aunque la verdad es que su conocimiento del idioma no era tan bueno co
que daban a la plaza le ofrecían la atmósfera perfecta para comenzar su aventura. De inmediato, Sophie se sintió como una niña en una historia de fant
moño. Caminó hacia la finca, siguiendo las indicaciones del hotel. A medida que se acercaba, las colinas se alzaban más altas, cubiertas por un mar de uvas doradas
que Sophie tuvo de él fue la de alguien que no deseaba ser molestado, alguien que preferiría que las cosas siguieran su curso sin tener que interactuar demasiad
voz grave y profunda, extendiendo un
su alrededor. El olor a tierra y a vino llenaba el aire, y el sonido de las ho
ue era joven, y aunque la pasión por el vino era evidente en sus palabras, su voz nunca se alzaba con entusiasmo. Parecía q
a. Él era tan diferente a los hombres que conocía en Londres: más rudo, más directo, y con una calma que desbordaba seguridad. Sin embargo, a lo largo de la tarde,
s intercambiaron algunas palabras más, pero la conversación era breve y, en ocasiones, un tanto incómoda. A pesar de ello, Sophie no pudo evitar sentirse a
ostraba y la forma en que se había mantenido distante durante todo el recorrido la habían dejado con
sobre aprender a ver más allá de las fachadas, sobre descubrir las historias ocultas detrás de