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Entre las redes de la mentira: Todo por amor

Capítulo 5 ¡No puedes dejarme!

Palabras:2071    |    Actualizado en: 16/03/2025

lajada. Revisó su teléfono y vio el mensaje de Fernando. Dudó durante varios minuto

una distracción, algo que le recordara que

Luis, su voz cálida al

tiempo hoy? Me enca

ontramos en el parque cerca d

Melani colgó, sintiendo una

una camisa azul claro de lino, con las mangas remangadas hasta los codos, dándole un aire relajado pero elegante. Su pantalón b

os pastel. El diseño sencillo pero delicado realzaba su figura, unas sandalias beige con correas finas complet

, recordando momentos de su tiempo en la universidad y

rado de nuevo -dijo Luis mientras

de lo que me daba cuenta. -Melani lo miró a lo

i el tiempo no hubiera pasado entre ellos. El viento mecía suavemente las hojas de los árboles, y el sol de la tarde teñía

años, la que conocía cada línea y cada cicatriz. Esta era diferente: nueva, desconocida, con un calor que

guntó Luis al nota

u mano con suavidad y ofreci

cómo explicar el remolino en su interi

ensión, metiendo las m

o quiero presio

. Luego, retomaron la caminata, esta vez sin tocarse, pero con una nueva sensac

s de Melani y Luis. Su mandíbula estaba tensa, y sus manos se cerraban en puños dentro de los bolsillos de su chaqueta negra de cuero, la misma que Melani le había regalado en su segundo

os. Una sensación de impotencia y celos lo invadió. Durante cuatro años, esa mano había sido suya, la había sostenido en los

e recuerdos y su corazón latía con furia contenida. Sabía que había perdido a Mel

. Subió con ella al auto, encendiendo la radio con una melodía suave que acompañ

Luis apagó el motor y gi

o este día contigo, Melani -

cálido cosquilleo en el pecho-. Hacía mucho

dad. Sin querer, rozó con sus labios la mejilla de Melani. Este gesto hizo que su corazón diera

i -murmuró él an

Luis. Graci

iendo que, por primera vez en mucho tiempo

ho. Sus piernas estaban ligeramente abiertas, una de sus manos colgaba inerte sobre el reposabrazos, mientras que la otra aferraba con fuerza una botella de whisky a m

rse por su aspecto. Su pantalón de mezclilla oscuro tenía las rodillas levemente desgastadas, y los zapatos

a de centro había un par de botellas vacías y un vaso con restos de licor, sucio y

ndo sombras alargadas en las paredes desnudas. El aire olía a alcohol y a la ausen

erdos lo

urmuró para sí mismo, su vo

i y Luis para acercarse a ella. En aquel entonces, estaba convencido de que lo hacía

red. Era de él y Melani en una excursión a la montaña, poco después de que empezaron a salir. Ella so

nsó, golpeó la mesa con el pu

si al punto de desmayarse. Con las pocas fuerzas que tenía decidi

ue un día lleno de emociones; reencontrarse con Luis

scuridad. Extendió la mano con pereza hacia la mesita, tomó el

ir fuertemente. Dudó en desbloquear y v

to, pero me siento muy mal. No sé qué

ro él no contestaba. Sintió como si su corazón se encogiera. Se levantó de la cama, se puso una chaqu

y en c

reflejo del vacío que ahora sentía su relación. Abrió apresuradamente el portón, el corazón latiéndole con fuerza mientras se acercaba a su a

corrieron el lugar, ahora irreconocible. Los muebles estaban cubiertos de polvo, y botellas vacías de licor estaban es

ón vacía. Su cuerpo estaba flácido, y su respiración era apenas pe

iéndolo suavemente-. ¡Despi

e su piel estaba fría. Desesperada, buscó su teléfono y marcó a emerg

responde, pero sigue respirand

ron eternos. Dejó caer el teléfono al suelo, se sentó en el sofá y levantó con cuidado la cabeza

tar. No puedes rendirte así..

s lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas. Lo abra

de la noche, devolviéndola a la realidad. Se inclinó h

uí. Aguanta un po

e de que estuviera en una posición segura, y corr

ando los brazos mien

siguieron al interior del apartamento. Melani se apartó

amédicos a su compañero mientras le colocaban un oxímetro y

ando. Su mente estaba llena de pensamientos encontrados: preocupac

taron y lo colocaron en la cami

y su esposa -di

de los paramédicos, permiti

mano de Fernando con fuerza. Su mente se llenaba de recuerdos de lo que alguna vez f

Esto no puede ser el fi

de del pánico. Cada pitido era un recordatorio de que aún e

rgencias. Melani se quedó en la sala de espera, sola, abra

oso -susurró una vez más, co

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