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Atada de ellos

Atada de ellos

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Capítulo 1 Uno

Palabras:1444    |    Actualizado en: 13/03/2025

ves, pero tampoco v

de placer en tanto comenzaba a entrar y salir en un ritmo perezoso que solo le estaba dando placer a él. Luego de unos minut

y lo escuché jadear recuperando el aire. Tiempo después en el que permanecí inmóvil con mis piernas abiertas en la misma posición

raban apagadas, pero cuando ingresé al baño de la habitación que sol

pero sobre todo la forma tan denigrante en la que vivía, que, aunque fuese lo único que ha

e me llegaba hasta los tobillos. Dejé mi cabello suelto y salí de la habitación hacia el despacho de mi esposo en el primer piso. Las escalera

ez de entrar a la habitación que compartía con mi esposo fui directo hasta el balcón al final del pasillo. Cerré las p

no. El peso de ser una esposa florero, de ser una joven de tan solo veintiséis años que no disfrutó de la

odo, pero al menos tenía que comer y b

contraba por la mitad y fui de vuelta a la habitación que compartía con mi esposo. Entré en el baño para cepillar mis dientes y peinar mi cabello rubio teñido. Lo tenía has

on corrector y luego un poco de base que casi no se notara. No maquillé mis ojos y mucho menos coloqué un labial extravagante ya que a él no

agradaban y me enfundé en un vestido rosa palo que era su color favorito en mi y me coloqué u

snudo, ni siquiera reparó mi presencia y cruzó junto a mi para adentrarse en la duch

aba desde cualquier ciudad del mundo haciendo viajes regulares. Actualmente nos habíamos mudado a Detroit porque Galicia, como le gustaba

nta y tantos años por encima de mi taza. Decir que me caía bien era una mentira, era una seño

uidado. Su cuerpo no estaba para nada en una buena etapa, aunque su abdomen se encontraba sin grasa debido a la dieta tan rigurosa que llevaba, su pecho pareciendo alfombra hecha con piel de león y su cab

ó con su café. Esas pequeñas cosas hacían de mi día algo divertido y no es que le

s de una compañía automovilística -avisó y

n plato con frutas y yo s

erte me aceptaron la reunión para proponerles fabricar sus piezas, espero en Dios

que busca -contesté expresándome haci

ravillosa anoche -yo sonr

de tiesa era ser marav

o hiciera, pues nunca lo hacía, para él yo solo era un objeto más de la casa, algo que tenía guardado hasta que llegaba el momento perfecto para mostrár

ues en nuestra antigua ciudad n

illo con pasos veloces y me detuve en la puerta de la habitación que usaba cuando mi amado esposo se iba. Solté los tacones en medio de la habitación y tomé la botella en la mesita de no

cerrada en las cuatro paredes de la casa de turno, comiendo comida sin azúcar o grasas, bebiendo durante las noches pa

de cuento

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