Atada de ellos
s poseían esa cl
knes
os se abrieron escandalizados
Galicia -susurré poniéndome
invitaron a penas en la mañana durante la reunión que tuve con los señores Hofm
rme y sacar el olor a alcohol de mi cuerpo, cepillé mis di
oloqué ropa interior y me enganché el vestido para luego hacerme un moño en la parte baja de mi cabeza y maquillar un poco mi rostro haciéndolo luci
con tacón bajo, pues yo rozaba el metro setenta y mi marido a penas medía un
y yo me encontraba totalmente aturdida por la borrachera que me cargaba. Evolet se acercó a mí con una taza en sus manos y
surró antes de quitarme la taz
azúcar que se encontraba en un recipiente y lo mastiqué c
rsonas, así que tú serás mis susurros de esta noche -el señor Galicia arrojó en la mesita u
alicia y era solo porque le sacaba provecho a ello. Media hora después había releído las revistas dos
iones en el segundo piso con sus respectivos baños y un balcón al fondo del pasillo, abajo había tres habitaciones y un
oferes, uno de ellos solo estaba ahí por si se nece
to sintiendo mi cabeza levemente mareada. Dios ¿por qu
vento. Todo el camino estuve ansiosa, pues llevaba meses sin salir, solo lo había
tada -dijo a mi lado y
eñor G
simple vista se veía sofisticado. Galicia bajó del auto y yo me arrastré por el
a entrada en donde había varios reporteros tomando fotos de todo el que pasara. Mi rostro se mantuvo seri
un nuevo nivel de elegancia y derroche de dinero. Mi esposo me arrastró
rguió ante sus palabras mordaces y observé todo de
ndo que se pudiese ver hacia el escenario desde el centro de la mesa. Galicia arregló su saco y se
, pero yo estaba más pendiente del candel
leve respingo ante la voz tan profu
frente a nosotros y mi mandíbula casi cae al suelo si no e
n negros y sus ojos iban desde el azul marino, verde jade y ambarino. Tenían rasgos físicos compartidos como la nariz perfilada y l
ángeles no desprendían ese poderío, arrogancia y suficiencia que estos hombres, los ángeles no tenían sonrisa endemoniada como la tenía el hombre
joven -escuché que dijo el hombre d
recía ser el líder entre los tres, ya que se encontr
mano temblorosa hacia el hombre de ojos azules y
soltó mi mano dándole paso a
ia serio, sin ningún tipo
e presentó el hom
s terminaciones nerviosas de mi cuerpo se pusieran alerta. Su sonrisa apareció nuevamente dejándome ver sus colmillos sobresaliendo d
los que mi esposo entabló conversación con el señor Me
asta la mesa que nos correspondía. Frente a nosotros no había nadie, por lo que sup
minuto, era obvio que no estuv
no podía dejar nada en el plato o me ganaría una zurra por parte de Galicia. Cuando llegó el momento del postre él le dijo al ca
dio del lugar y comenzó la subasta. Un camarero dejó sobre la mesa
os manteníamos observando toda la situación. Sin embargo, yo me revolvía nerviosa en mi lugar, pue
ra llevarle un cheque a no sé quién. Yo solo me enfoqué en observar su vaso aun con alcoh
ese Whiskey -escuché que alguien di
mann frente a la mesa. Galicia llegó casi de inmediato y les son
osa -alegó el de ojos
omando mi mano y llevándola hacia s
a vez habló Meyer, el que parecía mayor d
r con mis dedos cuanto tiempo había pasado desde mi cumpleaños número
l rostro del hermano que lucia comple
urró por lo bajo el hombr
ocidos en este mundo ¿está interesado? -el señor a mi lado asinti
a Mryer Hoffman dejándome sol
ección al ojiverde -es un nombre muy feo -dijo
admití hablando por pr
eso estabas casada con tremendo vejestorio -yo miré haci
licia? No es que esté prejuiciando ni nada de eso, pero es que se me hace di
ñor Hoffman -dije tranquila apartando la m
iando de tema y mi rostro se colocó
vamente no m
tando la mirada hacia dond
a? -lo escuché cuestion
de mis labios m
no soporta mucho el ruido, así que no escucho música, señor -su ceño al ig
te -susurró sarcásti
encogí de hombros y la risa de Becker me hizo mira
y difícil mantener
stas frente a su esposa -le repr
licia, creo que es obvio, hermano -miró la parte de mi cuerpo visible de arriba ab
sin saber
s que
importar, él es feliz -tragué saliva sintiendo mis o
al lugar que suponía era el baño, ya que hab
y mojé mis manos sintiendo un par de lágrimas salir de mis ojos. Así era como todos me veían, como la joven chica interesada que se casaba con un hombre mucho mayor que
yo joven y según muchos, hermosa, pues él solo
el antes de salir del baño. Al salir casi impacto con un cuerpo
o -dijo Klein sacándo
lgo que no sucedía hacía mucho tiempo, ya que Galicia era susc
an -susurré
ellos -dij
e hacía a un lado pa
cé mirando hacia la entrada que
lar, casi todo el mundo ahí afuera
quiere ser disculpado? -él me dio esa sonri
vorito? -mi ceño se fr
ucho el rojo -di
que alguien no me
iésemos teniendo una conversaci
, porque me hizo sentir en un lugar
que ir -dije señ
una suave sonrisa y caminé hacia la
o y me senté junto a él. Me acerqué levemente a s
o, lo esperé, per
siguió charlando c
ción entre Galicia y Meyer, sino que miraba de soslayo a Klein y en una de esas veces me atrapó observándolo y eso dio paso
a una sonrisa
zules se levantó y por inercia sus o
endió la mano a mi esposo y este la t
la sonrisa de mi esposo era enorme y continuó e
lein me tendió la mano y como en
mi mano con un apretón calculad
poder llegar a la salida. El frío de la noche azotó mi cuerpo trayéndome de vuelta a la realidad. Disfrutaba muchísimo
seguía flotando en aquella nube que había creado el señor Klein Hoffman, su manera de sonreírme, s
olo sonreír te h