¡Ayuda, mi esposo magnate se niega a divorciarse!
elco e, instintivamente, se escondió detrás de William, como
mientras miraba a su esposa. Luego, con una voz teñida d
vez que contestaba con voz seca: "Estamos e
a, la examinó de los pies a la cabeza, en busca de
zarse un chequeo prenatal. Como su esposa legal, me sentí obligada a ver eso personalmente". Sus ojos, agudos y brillantes, se clavaron en los de la otra, a la vez que agregaba: "Señorit
William se divorcie de mí. Pero... ¿Por qué no
a él a pedir
rio no habría permanecido a
nía la intención de casarse con William. Incluso su abuelo, Johnny Ca
. De la misma manera, el padre de Renee, quien, a pesar de que se mantenía aleja
ncia considerable como funcionario de alto rango en la escalera política. En aquel
señada como una alianza inquebrantabl
luyentes familias a un tira y afloja público y confuso, con el riesgo de enfrascarse en una disputa que podría repercutir negativamente en sus círculos de élite.
todos sus esfuerzos eran en vano. Pese a haber luchado durante cinco años por ganarse el amor de William, antes de lograr casarse con
s reuniones familiares seguirían proyectando la imagen de una pareja feliz, mientras
su esposo volvía a casa, pasaban noches interminables en la cama y él se negaba a parar hasta que ella casi desfallecía. Le resultaba realmente extraño, pues Wil
salud de la otra; William probablem
a una reina, mientras que a su espo
illiam provocó que una punzada aguda e in
ombre rompió la tensión, pero la ris
enerme?", declaró Renee con evidente desdén. Su desafío flotaba e
Renee recibió una llamada de Ryland, la cual retorció el cuchillo más profundamente. Resultó que William había acompañado a Sylvia al departamento de obstetricia pa
se aferraban a la manga del hombre, como si fuera su salvavidas. Sus ojos, abiertos de pa
n silencio inquietante, con la mirada
no de terror. Apretó su brazo con más fuerza, a la vez que suplicaba dese
el aire tenso. Con un movimiento rápido y brusc
e resonó en el pasillo y dejó una vívida m
ecto", susurró Renee con
silencio opresivo: "¿Hablas en serio? ¿Y yo tengo voz en este as
sencia era imponente y su atuendo, sobrio; no obstante, exudaba una elegancia
amá