¡Ayuda, mi esposo magnate se niega a divorciarse!
quedó en silencio durante varios segundos, reflexionando. Justo cuando Renee se preparaba para otra avalancha d
l que podía ser. Después de lo que pareció una eternidad de tormento, Renee
neamente. Durante toda la noche, permaneció en un estado de semiconsciencia,
s y persistentes, con la mente a la deriva en contemplación. Se volvió hacia las cortinas corridas,
tro de la noche anterior. Fue entonces cuando vio una publicación de Sylvia en Instagram, que capturaba cl
la pared. A pesar de la fuerza que usó, el dis
esgraciado!", gruñó, con los
miento fuera una tortura. Todo era por culpa de ese cabrón. Pero, él, por su parte, no sentía nin
el dolor punzante que la embargaba y
ón de Sylvia fue una p
idos por la voz tímida de la niñera. "Señora Mitchell, ¿ya se des
e con su amante, ¿por qué se molestó en enviar a la niñera? Inhaló con fuerza,
as. No necesito ningún remed
ono suave y persistente, informó: "El señor Mitchell ta
ió un poco la puerta y se asomó. "¿Qué pastilla?
ir la niñera. Incapaz de terminar su oració
ntrol de Renee se rompió como una cuerda que
borde de u
a de emergencia después de cada uno de sus encuentros íntimos con William. La idea de
que él le comprara las pastillas y la obl
gada de determinación. "¡Dile a ese cabrón que si me quedo
ras cerraba la puerta con un golpe sordo
habitación las pastillas de emergencia que había comprado tiempo
ábanas. Mientras el sueño desvanecía su conciencia, su mente hervía de maldiciones dirigidas a William. Luego, reflexionó sobre su in
o. Sus indagaciones lo llevaron a descubrir las recientes escapadas de su esposa, así como el hecho de que contrataba chicos de compañía. Preso de una mezcl
ba sentada, luciendo muy incómoda, mien
encuentra perfectamente bien. Por cie
resa, por lo que un rubor de
guntó: "Doctor, ¿debe tomar alguna precaución adici
posición del médico, preservan
ás allá de eso, puede comer lo que se le antoje. Ahora todavía tien
respuesta de William fue cortés y est
a a Sylvia, quien acunaba su vientre con suavidad y con una ex
ntes de susurrar sua
o ella, con una voz temblorosa de asombro. Luego, su
e sus siguientes palabras presionándolo. "D
grimas brotaron de sus ojos, al mismo tiempo que imploraba: "Quiero este bebé. Déjame ten
decisión de tener a ese be
sillo, con los brazos cruzados. Su presencia se sintió como la de un fantasma en una fiesta. Su postura y su mirada penetrante no deja