Más Allá del Destino
ubes, apenas iluminaba los jardines donde Isabella deambulaba con el corazón en vilo. Desde su enc
do a huir. No tenía noticias de él, no sabía si estaba a salvo, si había logrado esc
oz la sacó de s
la garganta y vio a Margot
preguntó Isabel
n cautela y deslizó
rada trasera -susurró-. No q
edos temblorosos, desplegó el pergamino y
, en la torre su
con fuerza. Aleja
ro. Las antorchas en los pasillos ardían con una luz tenue, proyectando sombras alargadas en las paredes de
iedo no l
ejandro estaba allí, esperándola en la penumbra. Sus ropas estaban desgastadas, su cabello más lar
oz era un susurro
a sus braz
.. -dijo ella, aferrándose a él
erza, como si temiera que s
hombre -murmuró, con una resolución fé
s lo suficiente para
aste? ¿Dónde
ados, Isabella. Hay quienes están dispuestos a desafiar a
Sabía que Edmond era un hom
quiere
tomó las mano
a. Edmond no te quiere por amor ni por una simple alianza. Te quiere po
el suelo se desmor
stás di
le que crees. Ha estado ocultando al
negó con
uede
sto a su padre tomar decisiones que parecían no tener lógica, proteger
-dijo Alejandro-.
que su cuerp
r? ¿A
ond se asegurará de qu
convertiría en una fugitiva. Su familia la desh
se que
tró la promesa de un futuro que jamá
do y tomó u
am
os en los establos exteriores. Isabella se deshizo de sus zapatos y alzó
establos, un grupo de gua
mbre del príncipe!
a de inmediato, colocándose e
e! -le
no podía
e deja
e, Is
espada danzó bajo la luz de la luna, rápida y letal. Isabella vio cómo derri
na flecha sil
ritó ella al ve
ostado, pero él no cayó. Con una ú
Co
as arder en sus ojos, pero
caballo y galopó hacia la oscuridad, de
omenzó al
ues, los caminos y los pueblos en busca d
amó-. ¡Muerta o viv
entre las montañas, donde Alejandro la había llevado tras escapar del
ría que te casaras con él
a suya, dejando que las lágri
o. Sabía que Edmond no desc
ién sabía
. Porque su amor, prohibido o no, era m