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El secuestro de Laura, un vuelco al corazón.

Capítulo 4 Dulce corazón

Palabras:1892    |    Actualizado en: 20/01/2025

lentamente abrí los ojos, tenía los párpados superiores hinchados. Miré el rostro d

ía moverse con la suave brisa del clima, creía estar frente a un modelo de las revistas famosas de moda. Sus labios lucían suaves y perfectos, como dos nubes de algodón

vista, y ahora se acercaba a mí el chico rubio de carácter

-le grité y al mismo tiempo me sorprendí de que pud

ándose la entrepierna mientras se retorcía de dolor. -U

da. Mi cabeza se giró, y vi al chico de cabello cobre

esta habitación estaba amueblada de forma acogedora. Como si una familia viviera aquí. Dejo vagar le

s y planear una ruta de escape, pero afuera todo era negro. Así que volví a centrar mi

y se dejó caer en la silla frente al tipo rubio. Miré con

agaché, no pude ir más allá. Al mirar a mi alrededor en busca del origen de mi perturbación, vi que los gr

es dije a los dos

una loca después? Olvídalo. -me respondió mientras se dir

ites esto! -le grité mi

. Así que, empecé a gritar como una desquiciada. Inmediatamente, ambos se volvieron hacia mí y supe que Yul vendría a taparme la boca si no hacía otra

taba a mi lado y le agarré la pierna y le hice caer, toda mi rabia,

cuerdo! -me gritó mirándome con las cejas levantadas.-Solo si promet

uclillas y cortó la cuerda que me ataba al pilar. Luego se levantó y me ayudó milagrosamen

ntes. Leonardo me miró interrogativamente y yo le ignoré por

co, después de todo, ¡esto es culpa tuya!, ya que la idea del rehén fue tuya, cuando vuelva a casa no seré

hén?-le

do Leonardo empujó la silla hacia atrás y salió rápidamente de la

noré su mirada malvada.-Bien, entonces no tienes hambre, así que vamos. -Se levantó y ca

temblorosa. No me dijo nada. Simplemente me arrastró hacia una p

tí, en mi nariz y en mis ojos, la creciente sensación de lágrimas fo

za y la idea de que mi primera vez sería con un delincuente me hizo llorar. Cerró la puerta y no me prestó at

ujos sanguíneos. Lo sabía, iba a violarme. Como no hubo ninguna reacción por mi parte, me

bía nada del frío rubio, en su lugar un chico pre

a ni idea de cómo decirlo. Así que traté de apelar a la conciencia de

. -Su expresión se volvió amable y protectora. Lo que no sabía él era que no podía quitarme la ropa, no quería, tenía moreton

ó a mí con cuidado, mientras a

illa y enjugó una de mis lágrimas. De repente, su mirada ya no

sorprendido y supe lo que vio, tenía moretones por todas partes, él sabía que las lesiones no eran suyas. Con cuidado, deslizó

s ojos, que ahora reflejaban ira, pero s

do el hombro de él, pero

que inevitablemente me hizo llorar. Nadie se había preocupado por mí en años, al menos eso creía. Fu

cómo se abría un cajón y cómo frotaban unas telas. Entonces se oyeron pasos suaves, de repen

la cara. «¿Y dónde duermo yo?» me pregunté inmediatamente, quedándome parada

tre tanto señalaba el espacio vacío que q

raría el dolor. Entonces olí su desodorante en la ropa de cama, era de alguna manera fuerte y a la vez suave, lo que m

vemente y me acurruqué en la ropa d

a dejado en aquel centro comercial. En mi mente solo aparecía la imagen de mi padre preguntándome dónde estaba y

ortunidad para salir corriendo, pero él no sabía que yo no tenía intención de irme.

pensaba, ya que en cada ocasión que intentaba quita

ágrimas corrieran por mis mejillas. Jamás había experimentado el amor, para mi era algo que solo aparecía en

y pude oír cómo su pelo rozaba la ropa de cama cuando giró la cabeza hacia mí y me miró. Lo único que podría salvarme era pedir un deseo para que algo sucediera aquella

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