Ojala Fueras Tú
n la mansión Montenegro no dejaban de repetirse: las miradas inquisitivas de su madre, las preguntas disfrazadas de cortesía de sus hermanos, y, sobre todo, la
recía en nada al pequeño apartamento donde había pasado los últimos años sobreviviendo a duras penas. Aquí, cada detalle
. Mi cabello todavía estaba impecablemente peinado, aunque el maquillaje de la noche anterior se
cho me llevó hasta la cocina. Allí estaba Gabriel, vestido de manera casual por primera vez desde que lo conocí. Llevaba una camisa bla
ndo de sonar natural mien
afé, sus ojos grises analizándome c
ías. ¿Dor
parecía
mu
Ayer fue una noch
silencio entre nosotros era pesado, pero no incómodo. Era c
nte, él
ntos ni reuniones. Aprovecha pa
aga? -pregunté, dánd
s, o simplemente relájate. Pero recuerda las re
tes de Gabriel había estado llena de trabajo, preocupaciones y pocas dist
-
ioteca con estanterías que alcanzaban el techo, una sala de cine privada y un jardín que parecía sacado de u
pero yo no tenía interés en gastar dinero en ropa o accesorios. Lo que realme
entro de la ciudad. Caminé por las calles sin rumbo fijo, disfrutando del anonimato que me ofrecía la m
-
calma no duró mucho. Al entrar, me encontré con Gabriel en la sala de estar, revisando unos documentos. Al
esito habl
era serio, casi frío, y no podía
a alg
endas algo. Este acuerdo no es solo par
zos frente a mí como si eso pudiera pr
ello oscuro. Era la primera vez que lo
o que vimos anoche fue solo una muestra de lo que vendrá. Ellos no
hizo que mi p
e supone
tén la calma, sigue el guion que hemos estab
e, aunque él nunca lo admitiría, esta situación también lo afectaba. Gabriel Montenegro no era solo u
-
a? ¿Cómo podía enfrentarme a una familia que me miraba como si fuera un intruso? Pero, sobre todo, ¿cómo podía cumplir la regla más importante del a
que todavía no sentía como mía, una sola pregunta resonaba en mi m