El CEO que no podia Amar
había caído sobre sus hombros. Podría haber sido cualquier otra mañana, en cualquier otra casa. Pero al abrir los ojos y ver los techos altos, las paredes adornadas con obras de a
la puerta interrump
o Aitana con v
de Victoria Alarcón entró en la habitación. Su presencia irrad
con una sonrisa medida-. Esp
e había dormido inquieta, con sueños ll
camino -continuó Victoria, acercándose a la cama-. Hay muchas decisiones que debemos tomar en conjunto, pero
y brillante, decorada con el escudo de la familia Alarcón. La
peso considerable en cualquier lugar al que vayas. Sin embargo -agregó con seriedad-, es crucial que mantengamos tu verdadera identidad en secreto has
na esposa abandonada, y hoy se encontraba rodeada de lujo y poder, con una tarjeta que prometía el
n y colocó una mano reconf
que te adaptes de inmediato. Pero mientras lo haces, no olvides
toria se levantó y se
irió antes de marcharse-. Visita los lugares que más disf
fisticado, uno que apenas empezaba a entender. Pero algo en ella, una chispa de determinación que siempre había tenido, se avivó. No podía permitirse ser una víctima más d
an a las élites más poderosas. Aitana había escuchado hablar de este lugar, pero nunca había imaginado que pondría un pie en él como clienta. Al llegar, los empleados la saludaron con una cortesía qu
en sí misma, con cristales tallados que reflejaban la luz de los candelabros dorados. Dentro, las vitrinas brillaban con diamantes, esmeraldas y rubíes,
on una sonrisa profesional-. ¿Hay algo
ose fuera de lugar,
se acercaba a una vitrina que mostraba collares de
aneció cuando escuchó una vo
ién diría que te
nio. Su presencia irradiaba una arrogancia que hacía que la temperatura de la habitación pareciera bajar varios grados. Valeria estaba tan impecable como siempre, con su vesti
mente, sus tacones resonando contra el suelo de mármol-. Nunca pensé que
permitir que Valeria la hiciera sentir inferior, no esta vez. Tenía
, Valeria -respondió con calma, inte
ltó una ri
arentabas. Aunque, para ser honesta, parece que no lo impresionaste
enta de la hostilidad entre las dos mujeres. Pero antes de que pudiera intervenir, Valeria avanzó
mirar a Aitana-. Aunque no sé si te alcanzaría para algo
a tarjeta que Victoria le había dado esa mañana, el símbolo del poder que ahora tenía. Era el mome
que ese anillo es demasiado pequeño para
a voz de Aitana. La vendedora, al percibir el cambio de
-preguntó-. Tenemos piezas únicas que no están en exhib
elegancia que sorprendi
gustar
eria, aún sorprendida, se quedó en la sala principal, incapaz de ocultar su desconcierto. Mientras Aitana se probaba un collar de diamantes que parecía capturar
ticamente. Valeria la miraba con ojos que ocultaban frustración y una creciente incomodid
a -dijo Aitana antes de girarse y salir de la tienda con una tra
por su futuro apenas había comenzado. Pero ahora, con el poder y la prote