El Abogado del Diablo
ontempló el rencor con el que le hablaba y miraba. A pesar de eso nunca trató de hacerse ver a sí mismo como el inocente, Idan podía ser el criminal pero no era el único villano de aqu
tionario –se limitó
a de madera donde tenía varias botellas cara
entre tú y el principal testigo –volvió a
dió un vaso en su direcció
por favor
e el trago –. Solía ser uno d
que ver con lo
ó para nuevamente tomar asiento –, per
ué hi
tipo creyó ser más listo que yo y tuvo una sorp
emente lo mataste
Das muy buenas sugerencias cr
es cómo crees que llegaría a g
o no es nuevo para ti ese apodo, desde
bi
fensivo, pensé que con algo
mo puedes ver. ¿Tenía
cerse con documentos de los que fa
os documentos o fotos. Al parecer sus pruebas no son muy contundentes p
s seguridad
homicidio, el secuestro y el tráfico de drogas. Por ende si te h
s, ¿pued
agenda y se quitó los le
e q
tenga de verte en libertad, después de todo somos enemig
e dejaría perder
las palabras del criminal
cosas que me has dicho terminaré de estudiar comp
mar
, que me quedar
que tú fue
locó el abrigo –. Lamento informarte que tendrás que masturbarte p
de que te vi te traigo tantas ganas que
jo las faccione
tus gritos cuan
mar la puerta principal dand
no dejaba de ser tímido en ciertos aspectos, a él siempre le avergonzaban las palabras sucias, aunque en el fondo le gustaba escucharlas. Era como una
tro tipo de persona, una más madura e independiente, pero no lo había logrado en su totalidad. Aunque trataba de verse más fuerte seguía siendo el mismo de antes, el mismo que se sonrojaba al recibir un beso, el que se avergonzaba de su propia desnudez, el que disfrutaba los minutos de soledad y silencio, el que leía en las noches
ue vio reflejado en el espejo del ascensor,
ajadores estaban indiscretamente posadas sobre él. En la entrada su auto había sido recién
tenía que dormir en un calabozo en la estación de policía, nada de eso le preocupaba en ese momento. Él solo condujo como si no hubiese un mañana, así se estuviera llevando las luces rojas y los pasos peatonales. Q
so donde vivía y entró a su departamento, lanzó su abrigo al suelo y su portafolios de mala ga
cicatriz entre sus costillas derechas, deslizó el dedo por su superficie. Era esa la marca que había quedado luego de un contratiempo en el que se vio envuelt
s labios y torció el gesto –. Nuevamente e
o de galleta y crema, sintió un sonido provenir de la entrada. Había sido un fuerte crujir en su puerta así que fue a
ponsables no pretendían entablar una conversación amistosa. Enseguida todas las alarmas se activaron en su interior. E
itación de huéspedes y se encerró den
el departamento y el sonido de cada objeto ser destruido. Golpes, destrozos, gruñidos, todos
e debía llamar a la policía por alguna razón sus dedos terminaron marcando el número de Idan. No tuvo tiempo para procesar
–, han irrumpido en mi apart
¿Está
o, no me han
donde estás,
tengo miedo –confesó
sucederte,