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El Abogado del Diablo

Capítulo 5 5

Palabras:1522    |    Actualizado en: 20/11/2024

ontempló el rencor con el que le hablaba y miraba. A pesar de eso nunca trató de hacerse ver a sí mismo como el inocente, Idan podía ser el criminal pero no era el único villano de aqu

tionario –se limitó

a de madera donde tenía varias botellas cara

entre tú y el principal testigo –volvió a

dió un vaso en su direcció

por favor

e el trago –. Solía ser uno d

que ver con lo

ó para nuevamente tomar asiento –, per

ué hi

tipo creyó ser más listo que yo y tuvo una sorp

emente lo mataste

Das muy buenas sugerencias cr

es cómo crees que llegaría a g

o no es nuevo para ti ese apodo, desde

bi

fensivo, pensé que con algo

mo puedes ver. ¿Tenía

cerse con documentos de los que fa

os documentos o fotos. Al parecer sus pruebas no son muy contundentes p

s seguridad

homicidio, el secuestro y el tráfico de drogas. Por ende si te h

s, ¿pued

agenda y se quitó los le

e q

tenga de verte en libertad, después de todo somos enemig

e dejaría perder

las palabras del criminal

cosas que me has dicho terminaré de estudiar comp

mar

, que me quedar

que tú fue

locó el abrigo –. Lamento informarte que tendrás que masturbarte p

de que te vi te traigo tantas ganas que

jo las faccione

tus gritos cuan

mar la puerta principal dand

no dejaba de ser tímido en ciertos aspectos, a él siempre le avergonzaban las palabras sucias, aunque en el fondo le gustaba escucharlas. Era como una

tro tipo de persona, una más madura e independiente, pero no lo había logrado en su totalidad. Aunque trataba de verse más fuerte seguía siendo el mismo de antes, el mismo que se sonrojaba al recibir un beso, el que se avergonzaba de su propia desnudez, el que disfrutaba los minutos de soledad y silencio, el que leía en las noches

ue vio reflejado en el espejo del ascensor,

ajadores estaban indiscretamente posadas sobre él. En la entrada su auto había sido recién

tenía que dormir en un calabozo en la estación de policía, nada de eso le preocupaba en ese momento. Él solo condujo como si no hubiese un mañana, así se estuviera llevando las luces rojas y los pasos peatonales. Q

so donde vivía y entró a su departamento, lanzó su abrigo al suelo y su portafolios de mala ga

cicatriz entre sus costillas derechas, deslizó el dedo por su superficie. Era esa la marca que había quedado luego de un contratiempo en el que se vio envuelt

s labios y torció el gesto –. Nuevamente e

o de galleta y crema, sintió un sonido provenir de la entrada. Había sido un fuerte crujir en su puerta así que fue a

ponsables no pretendían entablar una conversación amistosa. Enseguida todas las alarmas se activaron en su interior. E

itación de huéspedes y se encerró den

el departamento y el sonido de cada objeto ser destruido. Golpes, destrozos, gruñidos, todos

e debía llamar a la policía por alguna razón sus dedos terminaron marcando el número de Idan. No tuvo tiempo para procesar

–, han irrumpido en mi apart

¿Está

o, no me han

donde estás,

tengo miedo –confesó

sucederte,

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