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El Abogado del Diablo

Capítulo 4 4

Palabras:1516    |    Actualizado en: 20/11/2024

rostro se repitió internamente la palabra terrorista unas mil veces, sin embargo aún así no lograba asociarla a él. ¿Cómo podr

o –dijo a su ami

el contrario –. Parece

ahora mismo no me interesa, yo solo quiero saber algo –suspiró mir

supone que no debe ser de tu conocimiento,

jadeó retrocediendo u

T

e es capaz de cambiar t

rprend

erecho a hacer daño a otros, no es

el departamento indicándole a Cielle que ingresara, p

ida por ti, por defenderte. Antes pensé que quizás había una pequeña esperanza, pero tú ya estás perdido Idan, nadie puede salvar

se terminó ayer. Ahora no tienes otra opción más que seguir, y cré

ligarme a ser

entes porque suelo ser

tás ame

rior del departamento –. Entr

con inquebrantabl

eridísima amiga Selene, la pobre está aún en la oficina sin saber que alguien la espera en el estacionamiento. Y qué hay de tu jefa, Nadine, va conduciendo de cami

sus venas. Ser amenazado de aquella manera era más que una humillación, se ha

eías que te permitiría ir con tanta información? Aceptaste este caso y no porque en ese momento te am

o contra el cínico rostro de aquel que lo mira con tanta autosuficiencia. Siguiendo las órdenes se ad

anfitrión señalando los m

llando las cosas sin siquiera percatarse o tener intenciones de hacerlo. Por ello no tardó mucho en verificar el tétrico panorama con paredes gris ceniza sin la más mínima pieza de decoración, el tejado negro del cual colgaba una lámpara de araña plateada. Los muebles también tapizados de negro y una mesa de centro de metal y cristal totalmente vacía. Ni una sola pintura, ni siqu

e encontraba a sus espaldas. Siendo así que al verlo libre de aquel grueso abrigo, pudo entrever a través de la tel

cos labios –, me siento tentad

lo arrugando los labios, molesto –. Sube la vista a mis ojos y dej

io –caminó más cerca, lo suficiente como para perderse en aquel

que siempre llamó su atención y era la razón por la cual sus padres lo nombraron Cielle, el color de su mirada era como estar observando los mismísimos cielos. Los ojos de Cielle eran tan bellos como él mismo, tan deslumbrantes com

ecir Cielle, para apartarse y

ueña que fuese, por muy lenta que llegase, no dejaba de ser increíblemente satisfactoria, y eso hacía Idan de u

conversación. El abogado colocó sobre la mesita algunos documentos respecto al caso, tomó un bolígr

me respondas algunas preguntas –

he tenido intencion

las denuncias verídic

r –respondió sin pizca de remordimiento o vergüenza alguna, hac

ción social o labora

guntó burlón y Cielle largó un gruñido pa

tu historial delictivo y la

demás esperan. Llámame monstruo o bastardo si eso te hace sentir mejor pero eso no me ofende, no me molesta. Prefiero ser

logía es

lo incorrecto son mis métodos y eso lo sé

toda tu vida tras las rejas suena

o de pie –, pero tú ya estás más muerto que vivo, desd

queriendo de

uestos a pagar lo que sea por ver tu cabeza en una bandeja de

e haces sentir más inseguro que

al final de cuentas... So

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