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¡Mi hijo es sólo mío!

Capítulo 3 Ahora eres tú quien no tendrá nada

Palabras:1065    |    Actualizado en: 25/10/2024

ella le había dado su regalo más sagrado, se sintió abrumado. Él le propus

sas a las que estaba acostumbrada. Quería asegurarse de que nunca se quedara sin nada. Quería colo

. Cuando escuchó pasos acercándose, se giró con anticipación. Su corazón se hundió al

ro Lucía me pidió que v

no entendía por qué

aquí. Tengo algo de dinero aquí para ayudarte en tu camino. Ella

isma sonrisa

do con billetes de cien dólares. Se lo tendió a él. David estaba tratando de pagarle. Era como

iero tu

mo si no pudiera creer que el chico del lado equivocado de

ciguara tus sentimientos y te

scaro de d

ue no necesito s

a atrás. Se había enfadado cuando David se había ofrecido a pagar

que lo atravesó al saber que no volvería a verla. Mientras caminaba de regreso a la casa de su

fue a la ciudad. Trabajó día y noche hasta que comp

, ganando grandes sumas de dinero. Su primera adquisición había dado lugar a m

o y quería estar bien descansado para lo que estaba por venir. Finalment

apeles estaban todos firmados y ahora él era el dueño de Freeman Corporation. Se sentía increíblem

n hostil. La victoria de Damián se sintió mucho mejor, sabiendo que David había ent

tiempo para regodearse. Se dio la vuelta y miró por las enormes ventanas de su oficina, contemplando la próspera ciudad de Seattle. Siempre se sentía bien

a vuelta para encontrar que el hombre en cuestión había irr

no puede

cir, con la voz y los

Hanna, puedo

ulpó y se quedó allí,

e que el Sr. Freeman necesitará ser escoltado fu

stro. Esta confrontación estaba llegando

azo de

le g

verte de nu

sin perder nu

cosas y luego te abalanz

estaba completamente roja y apenas podía hablar. Cuanto m

negocio un poco más por encima del suelo

trangularlo Damián miró al hombre, que parecía mucho más grande que la vida cuando to

pomposo pedazo de basura. Puede que hayas engañado al resto

cupió

en el hombre que había cambiado su vida. Sabía que David estab

o. Tal vez comencé en el lado equivocado de la ciudad, como te gusta señalar,

una sonri

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