Un amor prohibido con el CEO

co

o ser yo quien la tenga en mis brazos. Verla besando a mi pa

despertar un sentimiento hacia mi padre el cual está más vi

estar completamente mojado, mi ropa escurría y

jer como tú, sí evidentemente eres una basura -exclamé, mi

o para tus reclamos vacíos -dij

ada, esa que alguna vez me demostró amor, el cual sé que fu

costumbre tomarme cuando tú quieras -ex

onto sé que lo haré, la haré ver su suerte, a ella y por supuesto a mi padre, porque ni loco voy a dejar q

grande, no sé por qué sigo en frente de ti, si lo único que me provocas es repulsión -exclame, mientras la zarandee, por supuesto que lo

dije una vez, Mark si es un verdadero hombre, en cambio tú dejas mucho que d

su odio hacia mí, pero algo si le voy a dejar en claro a m

r algo, algo que a mi padre le abra lo

a la resbalosa de Emma, sé que ella estará

ías vuelto -dijo con su voz chi

contigo esta noche, así que paso por ti en media hora -d

se haga tarde, solo que justo cuando cruzaba por el frente de la h

punto de tirar esa puerta y caerle a golpes a mi padre, como ta

más que dispuesta a complacerme, y quién quita que e

e casa de Emma, está un poco cambiada, no es como lo recordaba, defi

amarle, pero se muy bien que Leticia le revienta en el hígado al ver a Emma, así

arrepentido -dijo Emma colgándose a mi cuello, vaya se me había olvidado l

ena, y no quiero hacerlos esperar

os dos? -preguntó, mientras

eva esposa. -No pude evitar molestarme a

hubo entre Leticia y yo, no quiero que nada me tome por sorpresa, aunque tuve que pedirle a Emma que no dij

al tiempo, el cuál me dará la ra

e mí, como si de un adorno se tratara. Al entrar

vo justo unos metros adelante para mostrar

el centro de atención, o al menos los hombres a su rededor no le quit

tedes -dije llamando la atención de todos, incluso de ella, qu

re verte aquí -dijo mi p

pero tomar control muy pronto. Es un gusto verlos señores, ella es Emma, mi novia -dije, se muy bien que mi padre estaba a punto de dar

ron de pie para brindarme la mano, y no faltó el que

ado de mi flamante madrastra, quien se l