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En Las Garras Del Jefe

Capítulo 5 El Llamado del Pasado

Palabras:1853    |    Actualizado en: 05/09/2024

zó a desmoronar la calma, como una so

┈┈┈┈┈┈┈┈┈┈

ia Ma

s un contraste entre la frialdad académica y la calidez de las discusiones de los estudiantes. Nos encontramos al final del aula, Elisa y yo, en nuestros asientos preferido

rra es el único sonido que llena el aire hasta que se dirige a la clase. Mientras tanto, yo no hago más que mirar el libro frente a mí, las palabras se deslizan por m

suave, pero sus ojos reflejan una preocupación sincera. Ella siempre tiene el

con una sonrisa forzada

e a centrarse en su cuaderno. Su silencio es un alivio. No es que no confíe en ella, sino qu

atrapada en una creciente tensión que se asienta en mi pecho como una piedra pesada. Hay una sensación de inmine

isa y yo recogemos nuestras cosas y nos unimos al flujo de estudiantes que salen del edificio. El sol brilla c

s reconfortante, y aunque estoy deseando distraerme, no tengo fuerzas para rechazarla. Tal vez,

e entre la multitud con la gracia de alguien que conoce bien el entorno, saludando a conocidos y lanzando sonrisas a todo el mundo. Yo, e

, sus palabras fluyen con naturalidad, pero mi mente sigue en otro lugar. A veces, me doy cuenta de lo alienada que me siento

, cesa su charla repentinament

en serio,

ratando de transmitir

o muchas cosas

. Levanto la vista y me encuentro con los ojos oscuros y profundos de Marco. Su presencia repentina me sorprende, y un escalofr

su tono grave y contenido-. Hay algo

o la imagen de la calma y la discreción, así que el hecho de que me haga sentir esta inquietud revela que algo es

larmar a Elisa, me observa con curiosidad. Su mirada es inquisitiva, y au

, sus ojos buscando respuesta

de que mi tono tranquilizador sea suficiente para alejar cualquie

y me dirijo hacia la salida, sintiendo la presión de sus ojos en mi espalda. La sensación de estar a punto de cr

fila, esperando como sombras discretas en la penumbra. El uno al lado del otro, su presencia es un recordatorio constante de que hay una

el nudo de inquietud en mi estómago. Las respuestas ambiguas siempre logr

a, -responde Marco sin ofrecer más d

distante en mi vida. Sus viajes constantes, sus reuniones sin explicación... Siempre ha estado claro que su trabajo es importante, lo suficiente como para que la seguridad

Las luces de la calle pasan rápidamente por la ventana mientras Marco conduce con una habilidad que denota añ

e, atrapada entre la preocupación y la curiosidad, se debate entre hacer preguntas y mantener el silencio. La ruta que

ltos muros y con una apariencia que mezcla la opulencia con un aire de desolación, se alza en la penumbra. Una

mi voz temblando ligeramente mien

í, y por un breve momen

es, -dice antes de abrir

peso de la incertidumbre sobre mis hombros. La puerta de entrada se abre antes de que pued

voz grave y autoritaria-. El señor

elegantes tapices. Cada paso que doy me acerca a una revelación que temo y deseo conocer a la vez. La a

ntro en un despacho opulento, decorado con muebles antiguos y una biblioteca repleta de libros encuadernados en cuero. Mi padre

do de mantener la cal

profunda y serena como siemp

e mi padre quisiera discutir algo conmigo, pero el tono que usaba esta vez era diferente

, -añadió, levantando la mirada hacia mí-. Un

ez que se iba, y sabía que no sería la última. Sin embargo,

atando de sonar despreocupada, aunque la int

les que tenía delante-. Pero no quiero que te quedes sola en la casa dura

lguna conversación fugaz o en las reuniones que mi padre solía organizar. Algo en su

o ir a ningún lado. Estoy bien aquí. A

ra suficiente para persuadirlo, pero sus ojos me dej

tante-. Es por tu seguridad y tranquilidad. Enzo es un buen

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