Mi trato con el millonario ruso
os palpaban cada curva, cómo sus labios reclamaban los míos con un hambre que me hacía dar vueltas la cabeza. Los recuerdos me provocan es
tiempo, me sentí viva, perdi
primera vez, esa no lo fue. Sin embargo, no albe
disfruto de l
algún día podré
*
or la puerta trasera. Es mi segunda noche aquí y espero conseguir algunos clientes más. Ahora
de nuevo ese hombre misterioso de hombros anchos en los que uno puede ahoga
re paso entre los bajos retumbantes. Agita un so
en todas las posibilidades. Bueno, en realidad sol
liente. La propina
miran fijamente, cada billete nuevo y nítido. Es más dinero del
-jadeo, agarrándome del mostrad
o con la cabeza las salas VIP donde oc
que esquivar las duras palabras de mi tío ni contar centavos para alimentar a Breck. Puedo saldar la deuda de mi
struendo de la música y el parloteo. Y en lo más profundo de mi ser, en medio del al
ice mi jefe, dándose la vuelta
o a las chicas que atienden a los clientes y baila
a pesar del bajo retumbante
los ojos como si intentara leer el f
es de poder asustarme y volver a esconderme entr
a sorpresa a la comprensión, tal vez incluso al respeto
o es una decisión apresu
te". No lo digo con mucha claridad, per
tra una manera de salir mientras puede. Verás, he visto... -su voz se quiebra un poco, mientras me da una sonrisa paternal-. He visto a muchas chicas perde
confirmación que necesito. Me doy la vu
*
espierta a mi alrededor. El sol se asoma entre los altos rascacielos. Es una mañana hermosa y gloriosa. Mi me
nte lo que hacía, me guiaba con mano experta y al mismo tiempo me hacía sentir... cuidada. Atento en
ene una presencia imponente. Pero reprimo esa curiosidad. Los nombres dan lugar a historias, y las historias dan lugar a c
oncentro en el nuevo comienzo que tengo por delante, en las cuentas
ealidad cuando llego a las puertas corredizas de Starbucks. Sonr
*
e pie frente a la puerta del dormitorio del tío Austin. Mi mano se mueve
pongo nerviosa. La puerta se abre de golpe y su
fianza que ya parece estar desvaneciéndose. Entorna l
y cuenta el dinero con dedos
to, no queriendo que me lo eche en cara. No le cu
a tendrás que devolverle el
o
ojo-. Pero hay más. Ahora también debes el a
bra la voz: "¿Renta?
, Hada -gruñe el tío Austin-. Eres una adulta. Cuida
ética excusa de hombre
ira me calentaba la s
tío nunca encuentre el dinero y simplemente solicitar otro trabajo para cubrir mis ingresos perdidos en McDonald's. N
rirlo todo (los servicios, los muebles, los útiles
asiado pequeña, el aire demasiado denso. La respiración suave de Breck es el único sonido en la osc
ensamiento de protección
o que podría haber pasado, cada una más aterradora que la anterior. ¿Y si yo...? No. Ni siquiera puedo pen
un lado a otro por el pequeño espacio que hay entre nuestras camas. Esto no pu
z de Breck perfora la
o mantener una calma que no s
eño me esquiva toda la noche, dejándome solo con el persist