torbellinos de Amor
a amenazante por su cuello. Nunca fue un cobarde, eso es verdad, pero t
o tiempo para la reflexión y tal vez ese era el momento ideal; al borde de la muerte todo se puede, por eso llegaban a él, los retazos ai
atraco tiene que aparecer. ¡Fue mi operación! Todo lo planifiqué yo, puse la
itable, tanto así que se podía incluso: oler, palpar, sentir; pensó, eso sí con cierta tristeza, en aquella despedida obligada, en su pequeño hijo, de apenas 5 añitos de edad
inero. Rodolfo está p
abes bien que no tengo paciencia, no sirvo para esta mierda de interrogar, tú me conoces vale, esta
El grueso pescuezo de aquel desdichado, lo hizo de extremo a extremo; desprendiendo en parte la cabeza de su lu
aquí, ya muerto. ¿Dónde está el tercero? ¿Dó
furia, mientras golpea con mucha fuerza y con
oz de
e; como lo haría Pedro por su casa, su padre la observa con seve
e y espera que a
papá, so
e y no r
mala gana y se hizo anu
ta que
ga, dígale que
l vez. Mostrando a su padre una cara de pocos amigos; en verdad, esto hay que decirlo,
me mandaste a llamar? Iba a
es inversiones, que
Arturo, que compraste Atria, en el c
rror, hija, estamos a
; yo no podría ser pobre.
cases con Idelfo
n ese
o esa fusión; para levantarme.
a, no se le conoce ni fami
oderoso y te ve
papá; no pue
en el club; arréglate bien
re, esto es
tender bajo ningún concepto, que su padre le pidiese algo así
a anti
a antig
ba dispuesto a dejar todo, lo que era: su famil
qué otra lágrima quería escaparse de sus ojos, pero la contenía la esperanza de un mundo hermoso, mejor, diferente, no tenía opción, sí se quedaba, su familia corría riesgo, verdadero peligro y no lo iba a perm
oman las
nquieto; llama por teléfono a su gran amigo, su mano der
cucho Salgado
n nuestras acci
ién sé quién está
o sa
e Idelfonso
zco, nos vimo
s, tengo un plan
afael; pero la c
pero tampoc