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Desde que te vi...

Capítulo 4 Malversación

Palabras:1098    |    Actualizado en: 08/04/2024

nerse rojos, estaba conmovido y deseaba pod

os—. Tenemos que criarlo juntos. No podemos dejar que el

mí sobre divorciarme. Definitivamente, no podía seguir al lado de un idiota como ese, qu

ices —comencé hablando—.

a que alguien te contrate y si te preocupa que te despida, no lo haré. Re

te un

to me lo d

tario, sus mejillas se pusieron

finanzas, seguramente encontraré algo —r

e puedes quedarte

mporta en absoluto. Después de t

ujer —la acusé señalándola—. Ha estad

lo que estaba diciendo, entonces extendí una carpeta que estaba detrás del cojín en que me senté. La mujer

—comenzó a decir con u

arecía comprender la precaria situa

presentación y viajes de negocios. Rellenaba los recibos en blanc

estar enfermo, se había puesto pá

excepto a mí —acusé a la mujer—. ¿Pensaste que acostándote c

piste? —pregu

cé a entrevistar a las partes implicadas, todos aquellos cuyos recibos parecían tener problemas. Debo dec

eza de Catalina giraban tratando de en

acerlo por a

uedaré para ver cómo conforman una familia feliz y menos para ver

as —finalmente habló Catalina—.

ahí. Pero si quieres, podemos ir justo ahora a la oficina

impenetrable, estaba defin

Pudiste haberlo

como eso saliera e

a del departamento de ventas, que mueve la empresa —dije cada palabra como si fuera un dardo—. El jefe de conta

n de Catalina cambió y comenzó a llo

o siento —com

ck en que se encontraba para tomarla entr

ermedad terminal. Mis hermanos no quisieron saber nada de ellos y no podía solo dejar a mis pa

impactado por la

—le preguntó con una expre

o no alcanzaba para nada. Estaba d

írmelo, te h

rgüenza hacerlo —

alofriante ver lo b

onsoló poniéndola en sus brazos y pasando su mano por su espalda, en

abiendo la verdad, él estaba dispuesto a deja

en mil

abrieron d

iendo que él odiaba todo lo que lo haría gastar de más—. Porque aún puedo

ó una mira

presa. ¿Quién lo sabe

spuesto a asumir todos estos pr

JECUTIVOS —l

ijo por

ndré el dinero de mi pr

ada? —solté con un jadeo nervioso. No er

para ver a Catalina—. No vuelvas

la cabeza de

—acarició su mejilla—.

comedia romántica,

eso era algo que él no dejaría pasar. El silencio en el lugar se hizo completamente presente. No creía que ella encont

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