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Proyecto criminales

Capítulo 6 5

Palabras:6018    |    Actualizado en: 04/04/2024

horas que hemos salido del instituto, y nada más darnos la orden de que iban a apagar las luces, he

, follando, o con sus familias, pero nosotros no, nosotros estamos sentados en el suelo jugando a un juego de carta

do escuchamos las llaves que indican que no

cia uno de los dos c

e mí para ser acompañado por uno de los

–pregunto antes de que el vi

poya en la pared y me mira de brazos cruzados. Por su expresión sé q

madre, y tiene un hijo, asesino, sí, pero soy su hijo y no puede desentenderse de mí fácilmente. Sonrío el pensar que lo

té bien ‹‹sí, lo está›› me digo a

, que espero que siga viva a pesar

sta vez marco el de casa

.. –su

uel

al otro lado de la habitación, haciénd

on las piernas estiradas y fumándome un cigarrillo, el úl

a dar por vencido. Quiero saber a qué viene su asco u odio hacía m

te toc

Detrás de él están los mismos celadores de antes, y

¿Q

ien que ha ve

adez, y paso por su lad

tas abiertas de la sala de visitas. Busco por el lugar a alguien que conozca, y camino entre las mesas que están siendo ocupadas, principalmente por los más jóvenes, l

que venga, con ella puedo desconectar de toda mi mier

reando su nombre lentam

te y entrelaza los

ir a ver a mi amigo? Seguro que necesita compañía... –suspira se muerde el labio

unto más la silla a la plancha de me

enorme salda atorada de chavales

ver el sába

ro quería

os manos por la cara

mierda de sitio? –pregun

razan dibujos invisibles –. Al parecer todos aquí

lo puedo i

ahí, a cada lado de sus preciosos labios, y mis ganas de besarla aumentan. Ladea la cabeza y su pelo cae hacia ese lado de fo

nunca me han visto en esta sala porque nunca nadie viene a

unta en susurro, y es que nuestra cercan

ber, fumar, jugar a las cartas, mo

crédula, hasta que asiente con la boca

i mano y retiro los mechones de pe

ábamos en el institut

o y arrugo la nariz por las c

ños está encima de un hombre que deduzco que es su padre. Todos los celadores corren hacia ellos, y se forma un barullo, pero al mom

uina apartada de la escena. Apoyo mis manos a los lados de su cabeza y la impido la vista hacia todo el barullo de persona

da –m

e la chica que sigue shock ante lo que está pasando. Sigo teniendo los ojos

ta, pero su voz me suena ale

erzo, y solo me centro

ultado vientre. La sangre. Los gritos. Mi abuela con marcas de los golpes de mi padre. Los llantos. Las siguientes puñaladas. Yo encima

la frente. Me atrevo a volver a abrir los ojos, y la veo a punto d

o lo hagas po

llor

o el

a razón que tiene, estoy llorando cómo los niños pequeñ

és

iere con los

, Isis,

s. Llevo mis manos hasta ponerlas encima de las suyas, y trazo círculos en el dorso de su mano durante el rato que nuestros labios se mueven con lentitud. Todavía puedo saborear la sal de mis lágrimas y algunas de las suyas, pero eso hace que este beso sea diferente, n

ico que puedo deci

n? –pregunta

cias, de

ríe –. Para eso

ie

crío siendo esposado mientras que el padre está tumbado en

Aza

l porqué, pero me pongo delante de Isis y la cubro con mi cuerpo, como si fuera un escudo hum

ué p

ntadores se han alterado al pensar que podrías descontrolarte cómo

ejillas rojas y eleva una mano a modo de saludo. El agente me sonr

ue se vayan las

asombrado, y as

e gustará saber lo que tienen que dec

l niño. Salimos al pasillo y seguimos el pasillo hasta girar a la izquierda e ir por el pasillo de habitaciones. Al

r los mismos pasillos una y otra vez, ver las mismas caras, los mismos delitos... te acostumbras. Los siete que estamos en el proyecto somos los qu

iere, y noto un a

ca con los l

e hacen. Marcos entiende mi caso, y por eso mi condena no es de die

nte el porqué de tu ac

cabeza y la m

cuando salga

bien –

orientadores hacen un seguimiento nuestro. Los cuatro están sentados alrededor de una mesa de madera pulida, y

dena Marcos c

co como Maxwell, el señor de sesenta años con el

de que se instaló el proyecto, y tras mucho

los

ya? –casi gri

a terapia, tal y como lo hacías antes, sigues teniendo las pesadill

ilegales, buscaré trabajo, y me alquilaré algo

oder!

nríen y me extienden un papel y u

la mano de Isis y la hago correr conmigo hasta mi habitación para coger mis cosas. Me voy riendo por el camino como un niñ

ndome un abrazo fraternal y g

leta de tela negra –. No te desharás de m

mientras abraza a Isis, que está riéndose p

separo mirando a mi amigo enarca

? –pregunta

suelo y también cojo la del instituto, asegurándome

surro –. Y tú deja de llorar,

ágrimas y golpea mi br

n –espeta –, nos

hasta que estamos en la primera planta, dónde residen las chicas cri

ós cabr

al compás de otros gritos despidiéndose de mí a pesar de no haber h

a de chicos pasa por nuestro lad

me los años que os saque –amenazo, haciendo que

onos –ríe

y los dos policías que se encargan de vigilar a las personas que entran o

de lluvia, y no puedo evitar n

o en el aparcamiento, y al irnos acercando me quedo como un

rreras ilegales, pero necesito sacarme

, pasando el dedo por

y sí, es la

anca. Rodeo el coche y sin que me diga nada me

s por l

nte irresistible verla conducir con una pose súper sexy, mientras tamborilea los dedos sobre el volante y tararea una canción de la radio. Conduce con agilidad por la calle recta que nos lleva en dirección al instituto, y a medida que avanzamos por la calle, puedo apre

regunta una vez es

os, y ella asiente aparcando delante de esta. Los do

o en mi mandíbula y rodea el coche par

orche de la casa. Pulso el timbre y espero de brazos cruzados hasta que alguna de

te me abre la puerta. Larga un bostezo, y tengo que reprimir una carcajada al ver cómo el antifaz de noche

los ojos y los pasa por todo mi cuer

za y empieza a reír, pero c

dentro de la casa para poder cerrar la puerta –, me han dejado lib

por el pelo y v

e a dormir. Mañana hablaremos mejor, no

s de cochazos de lujo que tenía a los quince, el mismo escritorio de mierda dónde nos hacíamos las rayas de cocaína, y las mismas dos camas individuales que usábamos cuando yo me

y me tiro en la cama con la ropa y todo, q

intención de golpear a aquella persona que me despierta, pero joder,

omento en que me doy cuenta de

rlota...

–exclama, y se tira e

o a hacer cosquillas, haciendo que se remueva a mi lado y empiece a chillar como una loca. Echaba esto de

o parezca mamá también extrañaba t

r si tan de la fam

ama, y dejo que me lleve hasta

r los cuadros que hay colgados en las paredes, todos ellos son sobre la fruta. Carlota se mueve

stada

endo lo único que c

el centro de la encimera. Cada uno coge dos, y se pasa todo el

is amigas, no se creen que pueda conocerte ¡Eres una leyend

o decir, las

do. Abre la boca y solo me ordena que suba a ducharme y a ponerme

a habitación de Elías. Carlota ya me ha visto desnudo, y de hecho ya me la he follado, pero eso mi amigo no lo sabe, quiero tener una vida larga. Y es que apenas tenía quince años, era un crío y ella estaba igual de buena que ahora, y sin controlarno

fuéramos a la

gancha a mi brazo nada más cerr

bicicletas ¡Hay unos Lamborghini! –exclama frustrada, claramente ella es una de esas personas que salen a pasear en bicic

coche y que aparques tu bici

o –suspira –. Ya no están las barcas para alquilar, y la gente ha dejado de ir a pesar de que está a tan so

a el capullo de tu hermano tendr

n plena plaza de la colonia residencial de los pijos de mierda, y ahora que veo que en lugar de un parque hay un paseo de árboles y bancos, que en lugar d

ente, no está llena de gente, porque las personas que hay son gente joven, pero aun a

to –paso mi brazo por sus hombros y la

labios, y empieza a tirar de m

er al dueño de esto, un cuarentón que mantenía el negocio cómo podía. Echábamos partidas a las máquinas, y nos pulíamos aquí el dinero de nuestros padres, por no hablar de que tení

s chicas que chatean por teléfonos de último modelo

o, ¿Sigue estand

mirando cómo si tú fu

a mano a modo de saludo, a lo que él solo sonríe, porque a pesar de todas nuestras gamberradas, esto era un c

esita vid

rte mi amiga apuntá

legal lo que voy a

nos, ritmo. Los jóvenes del bar levantan la vista de sus aparatos tecnológicos, y empiezan a quejarse por el sonido de la música, pero no voy a permitir que convierta el refugio de mi infancia en una biblioteca para gili

lo que queréis es silencio os vais muy a tomar por culo. Voy a subir la música, quién quiera bien, pero escucho una puta queja, y esa persona se desp

, que sonríe aún más al ver a personas levantar

–ríe, y me da unas palmadas en

momento –nos avisa, y ser

y me cruzo de brazos

te contrato –extiende su mano hacia mí y me sonríe –, cob

ándola de arriba abajo –. ¿Y las máquinas? No me c

y a fumar. Entonces ahí las veo, todas las máquinas de mi adolescencia están limpias y desenchufa

a col

cerca de la entrada, un sitio donde poca gente baila, y mucha

os todas colocadas, enchufadas, y y

inas también es para ti –me informa, y y

o hace quince minutos me avisaba de que

l parecer casi todos saben quién soy. Terry sirve copas, zumos, batidos y algún que

está en pleno apogeo, y no tengo pensado irme hasta m

de agua

antes de servir el agua del grifo a la chica que lo ha pedido. Lo

nto, pero cómo para venir

a y lo deja sobre la barra pasándose los dedos

o de las máquinas, y la música han creado el mismo ambiente al que h

S

sonríe, y mira

ena? Ya sabes..

ano sobre la encimera que llamamos barra, y la acompaño has

hantajista

cido nada a ca

gancha en mi cuello y lleva su boca a mi oído –. Gracias por cambiar este

cogemos aire, y nos volvemos a besar. Me imagino el revoltijo de pelos que tengo por su

–susurro, haciéndonos c

a saber lo atraídos que estamos el uno del otro. Terry me mira alza

rás de la barra, y Terry se acerca a mí

egunta de br

a co

mucho tiempo por las tardes. A parte de que mi mujer está encoñada c

ie

quinas, otros bailan entre las mesas, y algunos solo ríen en las mesas. Veo a Matt e Isi

es tu primer día y un domin

tengo nada

manos con un trapo y me abraza. Salgo escopetado del bar, y camino un rato po

piense mucho en que el miércoles tengo que volver al reformatorio a ver al psicólogo

parca a unas casas de distancia de dónde me encuentro. De él salen Isis y Matt, que al parecer me ven y agitan las man

–bromeo –. Si lo que quieres es

ellas entre los dedos, y mis pensamientos van hasta tal punto que p

íble –murmu

ita? Te quiero lista e

er

levanto un dedo delante de

reocupo más por pegarla a la pared de fuera de su casa que porque nos vean. Acaricio su cintura desnuda, y doy gracias porque existan las camisetas cortas. Paso mis manos por su espalda, y sin ser muy evidente bajo mis manos hasta su culo. No se queja en ningún momento, solo

rita una voz

cogida los dos retrocedemos. Suelta una risilla

oltarme –ena

puedo, pero

ro de su casa antes de llevarme h

scabulle de mis brazos regalándome un

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