Salvada por el CEO
tado por haber rechazado tener relaciones con mi jefe. Mi cara se veía demacrada,
gracias a la oscuridad de la pintura negra chorreada. Mis labios estaban resecos en cu
ionar del todo, pero por lo menos me iba a ir a las calles estando bañada, olorosa a jabón,
avado. Me daba mucho coraje saber que iba a vivir bajo un puente, posiblemente, en donde rondaban los vagabundos,
me hasta resolver la situación. Nada. Estaba sola y desamp
orado. No sabía qué hacer para evitarlo, para hacer como si nada hubiese pa
acía afuera y unas botas negras. Solo llevaría conmigo una mochila cargada de
o había
bían pasado y seguramente iban a pedirme que me marchara. Abrí, en efecto, dos hombres con traje formal, corbata y lentes de sol me esp
su desalojo -informó el más robusto,
ué s
a -respondí, rodando los o
s, ninguno fue capaz de llamarme y decirme que todo era una jodida
brasadores del sol que se adentraban en mis poros. No me quedaba mucho efectivo, con suerte
e di la oportunidad de salir, tener amigas o siquiera un hombre con el cual compartir mi amor. Lo único que hacía era ir del tra
omprar por lo menos una bolsa de pan y jamón. Entré, la campanilla de la puerta resonó e
para completar, lo sien
ordaba económico, no quería gastar demás para poder comer el r
es. Detallé mejor los dedos de esa persona, eran gruesos y con un poco de vello en varias zonas. Me giré
, con el tono de vo
a de satisfacción por haberme completado para el pan. Me dispuse a contemplar su fino rostro, mandíbul
ellas a su alrededor. Me hizo a un lado y procedió a darle el dinero que faltaba a la cajera, yo seguí
a realidad y dejando mis
hacía falta que me ayudar
ueó un
reces estar en mil apuros por tu expresión -confesó, c
gando la nariz-. No me con
eriendo irme del lugar a toda prisa. Sabía que actué mal con el hombre ese p
mir, nada... Me frustraba y que otra persona me tratara como una mendiga, no lo iba a soportar,
.
, no se me iba el frío desgarrador del cuerpo, la tembladera era insoportable porque mis
artón. No podía creer lo que me sucedía. Me eché a llorar como una tonta, sentía mucha rabia e im
rosos debido a las lágrimas, llegué a las calles que todavía seguían con autos en movimiento. Las luces de los postes eran mi
iel, como si estuviéramos en invierno, lo cual no quedaba muy lejos pues estábamos en época de otoño. Solté una bocanada de
la en mano, entrando y saliendo del lugar, acompañados de sus propios grupos, ignorándome. Así era mejor, no que
mas que habían salido de mis cuencas para que no se congelaran. De pronto, una figura masculina se
g
puesta una capucha que le oscurecía la cara. No dejé de abrazarme, me causó un poco de pánico ver lo
n bar y en la madrugada? -cuestionó,
bencia -escupí y m
sultas familiar -murmuró,
odillas, a duras penas conseguí detallar que tenía un pantalón de cuero debajo. Me frustraba no poder
hacer era actuar co
a alguien -zanj
que estés sola en esta parte de la ciudad -aca
más que podía de él en la banca,
oso como cualquier otro. Me sentiría mej
estaban tres tipos mirándome con unos ojos lujuriosos que me dieron asco-. Están es
a me has mostrado tu rostro, capaz y eres un asesino, aunque en este punto de mi v
s hombres vinieran directo a nosotros y se posicionaran en frente, con las ma
neaban hac
sacó un cuchillo de su bolsillo. Me sobresalté