Redencion del Bilionaire CEO
erpo de una sola embestida, el grito que suelta me hace dar otro y otro; Un fuerte ida y vuelta comienza cuando Camila cae sobre la mesa y apo
lo por mí, pienso sólo en mí y no tengo que preocuparme por nadie más, sólo por mí mismo. Y esto de enamorarse, crear vínculos, vínculos emocionales y amorosos con otra persona... NO. Parece más una maldición que una bendición. Realmente no quiero eso. Nada de eso. Déjame ser Nathan Russell, un buen hijo y aparentemente no feliz, y está bien. Le confirmo a Samuel que efectivamente voy a la inauguración de su casa, felicitándolo por su nuevo logro, luego le envío una foto del estante de bebidas frente a mí; Guardar el móvil cuando me traen el whisky. Una buena noche, que coincidimos los cuatro amigos en su día. Capítulo 3 Victoria Me di la libertad de salir de casa sin precaución. Después de todo, estoy en un barrio nuevo y lejano, viviendo en una casa nueva, cerca de calles siempre transitadas; Entonces no necesito preocuparme. Jacob nunca me encontraría. A menos que sea de la policía. Y no lo es. Su trabajo es en una fábrica operando máquinas y no tiene nada que ver con la policía. Con los pies en la tierra y confiado en esta certeza, me dirijo a uno de los taburetes de la barra. Está lleno, pero no tanto como un viernes sobre las diez de la noche, por ejemplo. Le pido agua con limón al bartender, quien se va con una sonrisa y un "ya está"; Una carcajada a mi lado llamó mi atención. Miro al hombre del traje, con la cabeza ligeramente inclinada hacia adelante, moviendo el vaso en sus manos, su cabello negro cayendo hacia adelante mientras el sonido de su risa deja de hacer eco y se limita a una sonrisa. No es Jacob. Jacob tiene cabello castaño y es más alto. Y no se ríe así, lo cual es agradable de escuchar. - ¿Quién viene a un bar a pedir agua con limón? - pregunta y sus ojos se encuentran con los míos. Es hermoso, estoy impresionada. A pesar de ser notablemente más joven. Cabello liso y oscuro, cejas pobladas y pestañas largas en un conjunto medido y perfecto con ojos oscuros. La perfección existe, al parecer. - Iré - respondo, con la garganta seca. Quiero creer que la caminata desde mi casa hasta aquí fue un poco larga, pero también existe la posibilidad de que me haya conmovido la belleza de este hombre. Más joven que yo, seguro, pero es un hombre maduro. Muy bien formado. - ¿No bebes bebidas alcohólicas? - pregunta como divagando. Me aclaro la garganta. - Consumo, pero quiero mantenerme sobrio. "Hm", murmura. - Entiendo. No que