Venganza inmerecida
el amor con delicadeza, besando y to
su pureza, como había estado rob
egún mi resentimiento, ella se había entregado a mi padre por amb
pecho, cerré mis ojos
stro y me mir
un beso en mis labios y ac
has podido Arón» pensab
o. Había robado su pureza, como si mis errores ya cometidos no hubiera
siento, Andrew, ¿te lastimé? -pregunt
ien, sigue durmiendo,
mirarla a
lado? Por favor -
me acosté a su lado,
r-. Perdóname si te lastimé, es la
abello, y sus
e no existe, y no tengo nada que perdonarte, eres
labras de Vice
error te vayas de mi vida, no lo permitiré Hillary, sé que
debí haber escuchado a Carlos, mi amigo, quien me aconsejó esperar a tener
lo, al tiempo que pensaba en cómo solucionar el problema, estaba entre la espada y la par
rlo, no, no me arriesga
evo con cuidado para no desperta
é pasando con desespero mis manos
que voy a hacer? Sabía que había cometido muchos errores, pero no estaba dispuest
, eres un
reprochándome mis errores, el haberme dejado llevar, haber sido un cobarde, robado
a ella, miré su rostro, era hermosa,
en mis manos, la cul
on voz de somnolencia y mientr
bándola en mis piernas y
drew -acarició con
un beso-. Eres tan hermosa, Hillary lo siento
a de aliviar mi conciencia
estamos bien? ¿A
illary, sí, si estamos b
erable, no merecía su amor, lo tenía cla
a almorzar a un lug
ntigo, todo es especial -respondió con un
e salía de su boca, me hacían sen
ió? - preg
perara que esa vez,
mo solía hacerlo, por culpa de mi est
cuenta de que no quiero perderte,
uena idea mudar
son
prepararé un buen desayuno, d
me regresé a por él y me di cuenta de que era Sophie,
ón, un pr
a y puse el telé
cía y dijo que pedía un domicilio, que lo hacía po
en ese momento no podía cambiar de opinión, no quería que sospecha
aerán pronto -dijo tí
, estás bi
olo que no sé cómo actuar, n
ver su tristeza, sentí como
arruinado nada, no volveré a actuar
una sonrisa en su rostro, la
sorprendiéndome-. Quiero lleg
e dirigía a
has dicho? -preg
é ayudarte con tus deudas, así pu
s, las cuales no existían, habían sido una menti
s deudas y supuesto estrés no eran más qué parte del repertorio de mentiras y excusas que
al abrir era el domiciliario, había llegado el desayuno
í y c
lan para revertir la mayoría de
esayuno, recogí la cen
para decirle que so
me llevaría a decirle otras mentiras, pero
abía calculado todo tan bien, que en ese momento me arrepentía de que mi