Entre neumáticos y corazones
A PA
. La penumbra ofrece un halo de misterio a todo lo que ocurre en este lugar. Mi amigo Luciano Locrost, con una sonrisa pícara dibujada en el ro
si vives rodeado de tantas? –inquiere Luciano, mi
parecen danzar en cada rincón, pero mi atención pronto se posa e
y un toque de arrogancia contenida. –Todo el dinero que tengo lo he conseguido trabajando duro. Y, por supuesto, estos ojos
bios. –Claro que sí, bombón –responde con picardía. –No olvides esa estatura que tienes, hermoso, y
es que, en medio de esta algarabía y efervescencia, siempre mantengo una muralla infranqueable entre mi corazón y cualquier posibilidad de enamoramiento
trever su entendimiento entre líneas, una complicidad que
s mujeres son solo un pasatiempo que disfruto en demasía, pero lo realmente importante es el trabajo y el dinero que genera – comento con una sonrisa
he renombrado, un santuario efímero donde las responsabilidades y las complicaci
ando el nombre de Adeline, la misma mujer que ha dejado un rastro de dolor y decepción en mi vida. Es un nombre que, al es
rolable. Siento que la ira se concentra en mi puño, que se estrella contra la mesa, rompiendo la paz con un es
r el dolor que aún persiste en lo más profundo de mi ser. –Ella no me ha hecho daño– insisto, tratando de convencerme a mí mismo más que a mi amigo. –Me ha enseñado que el amo
simple movimiento de su mano, gesto mudo pero elocuente, se disculpa y promete no volver a abrir esa herida latente en mi ser. La mirada de compa
se mueven al ritmo de la música envolvente. Las carcajadas se entrelazan con el s
biente, el halo de deseo y diversión que parece envolverlo todo. Cada paso de ba
erten en el éxtasis de esta fugaz historia nocturna. La pasión se desborda en un frenesí de piel
conciencia. Detrás de la vorágine de sensaciones, persiste una sensación de huec
e que se instala en mi pecho, recordándome la fugacidad y la superficialidad de estas experiencias efímeras. En el fondo, una sensación de