El error de nuestras vidas II: Luchando contra los fantasmas del pasado

ítu

anive

lidad, a pesar de que Amelia le pidió que se tomara el día. Se sin

aúl había rentado una cabaña en Rhode

leras hasta la puerta de la habitación. Allí esparció más, pero alrededor de la cama. Tam

ara animarla. Después de rodar por varios kilómetros, la

raba escondida en una maceta colgada a la izquierda. Buscó la llave y abrió la puerta.

la habitación. Subió las escaleras y allí encontró en

ó cuando unos brazos la envolviero

n por fingir que lo olvidé, es que

sin soltarse de su agarre. Le echó lo

odo. ¿Me llevará

sa. Este fin de semana

suena eso -sonrió

eseo los dominó de tal manera, que se separaron sólo por la falta de

ansioso por sali

en el cuello de ella. Le daba algo de

- ¿Por qué no vas por comida

que quiso decir y

eparándose de ella-

iñó el ojo- y trae

reina -dijo antes de s

Amelia quedó sola. Por fortuna era una mujer precavida

ocó el papel especial. Esperó un par de minutos y procedió a arrancar las cintas en dirección contraria a

ró la tina con unas sales que encontró en la repisa del bañ

aúl seguramente había venido y no quería hacerlo esperar. Cuál

na broma -dijo m

y ropa interior limpia. Regresó nuevamente al ba

ijo él emocionado ent

da de Amelia. Se acercó a ella y la tomó de

é tienes? ¿T

jando la cara- t

ea recta. Cuando salió pasó todo el trayec

s -mu

to -dijo

uánto te dura? ¿Como cuatro días

el helado que ella pidió. Ya que no tendrían acción por esa noche,

a la cual chisporroteaba al consumirse la madera. En un momento se comenzaron a besar

jo en un gem

amor? -respo

período. ¿

ongo doble

sconcierto- no podría, es dec

o hacemo

rumpiéndolo- no estoy

ía -dijo

l fin de semana. A la mañana siguiente desper

a. Desayuna para que

lló más entre las cobijas. Raúl se acercó por de

é un momento a ver un local que me recom

ta se quitó las cobijas de encima y se relamió l

latos a la cocina y se encargó de lavarlos. Ya ha

preparar café. No tuvo necesidad más que de calentarlo porque Raúl lo h

unas cuantas cuadras hasta llegar a una banca que se

ombro de Raúl sin soltar su agarre y se perdió en la profundidad del agua