SOY LA PERVERSIÓN DEL JEFE 2
u hombro y en el rostro hizo que entrara e
ta llegar a su ubicación y me a
la garganta y con las manos temblorosa
o quería que lo hiciera hasta que no la viera un médic
r grave -le aconsejé; si
qué lo
-dije, pero no se refería al in
de tanta lucha, y la comprendía. Lo que ella no podía
ro ultimo encuentro en Buenos Aires y una punzada en el
ndos una respues
e se negó innumerables veces, termino
aje y un escalofrío me hizo temblar. Ella se dio cuenta, de que algo pasó,
llamo
ica posibilidad de explicarle a Ariana por qué había hecho lo que hice hace un año atrá
abía sido un rasguño, así que, c
las curaciones, me que
mundo patas para arriba, y que podría hacerm
, pero por el otro me h
en paz -su voz reso
mía y estaba dispuesto a re
la debía comprender de una vez por todas que su lugar era estar a mi lado,
mejor sería volver a Buenos Aire
tó y se puso de pie-. ¡No soy tu maldi
ato firmado conmigo
tinto y no por haber pasado más de un año, sino porque ninguno de los dos cumplió con las cláusula
cio y me afectó. Sin embargo, est
lgo que tenía atragantado en la garganta. Y es que no podía vivir con la idea de que estab
riminal. Tú mismo destruiste todo lo que amaba. Primero, le llenaste la cabeza
vocada y era momento de contarle las cosas como habían pasado. De que co
vas hasta que
la sujeté de ambos brazos sin im
un año, esta parecía otra mujer. Una llena de ira y deseos de venganza. Lo podía
bajo al intentar arrancarme lo que sentía por ti, pero ella no es ninguna santa. En sus ojos se le ve la env
Por mí pueden morirse los dos, porque no merecen ni que
emuestran que todavía te mueres
mprendes, no importa que tan grande sea el sentimiento que ella tenga por ti, porque si hay algo que hace que una mujer se resienta, es la traición y lo peor que pudiste haber
cubría que su rechazo era algo que no podía soportar, que el odio con el que escupía sus palabras no hacía más que recordarme lo imbécil que había sido al
un beso, ella no dudó un instante en empujarme y
ro que reviento las pelota
drás h
ina suficiente para cometer cualquier locura, y para ser si
lentía -adviertó
ncia entre los dos hasta que el cañ
que podría estar muy enojada, podría desearme la muerte incluso, pero nun
afié-, pero antes vas
saber lo que ten
in mostrarle importancia a la presión que ejercía con el revolver en mi pecho-. Tuve que
ent
sus mejillas y era la primera vez que u
ejamiento para que él pudiera creerm
ó con enfado y volvió a ejercer más
Saucedo [el rector], estaba siendo investigado por distri
Qu
e con prestigio y de echo ella le tenía admiración. Era evi
e aprovechaba de las estudiantes y no solo las manoseaba, sino q
so, se hubiera corrido la voz en
de la familia de una de las jóvenes que terminó suicidándose al descubrir un video de ella en una pagina para adultos y lo único en q
debería cr
jamás dejaría que alguien te pusiera un dedo sin tu consentimiento
s vuelto un ser humano
y tomé su mano que enfundaba el arma, y la coloqué nuevamente en mi pecho-. Nunca en la vida había sentido un vacío tan grande como cuando no te encontré en tu departamento y leí tu carta. Nunca imaginé que, tenerte significaría perderme. Tampoco creí que da
ta para darle vuelta a la página y comenzar como si no existiera un pasado
o que me dices. Esta conversación ya la tuvimos. Ya te había dicho que nunca más volvería contigo. No me importan tus palabras ni tus motivos. Por mí tu y la traidora se pueden ir al infierno que y
ría, pero me sentía tan herido en mi orgullo que, negando su rechazo, decidí reprocharle su falta de moral-: Te revue
te a mi rostro y con una s
No estoy hablando de mi relación con León, e
erro, me amas como nunca podrás amarlo a ese hijo de puta! -le
cayó al suelo, me dio la espalda
los brazos de otro hombre y me enloquecí. Si yo n
la acorralé contra la pared y trás sujetar