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Cautiva de las sombras.

Capítulo 4 Te veo.

Palabras:2425    |    Actualizado en: 03/06/2023

a la casa de su hermano Luis, el joven tenía un departamento en la ciudad, necesitaba

s que coloco en la habitación de la joven fue una maravillosa idea, quería saber que tanto hacia y se comportaba una persona impedida visualmente, esa idea lo cautivaba, además que estaba fascinado con la supuesta capacidad para el dolor que la joven parecía poseer, ya que le dio la

ntoro cuando vio el pequeño cuerpo enfundado en un vestido estilo griego color celeste, que lo único que provocaba era darle una imagen más celestial a la pequeña rubia, pero su cara era otra cosa, Alessandro Santoro perdió el habla cuando vio su rostro, su piel pálida, labios rosados y gruesos, una nariz perfectamente definida pero pequeñ

tantos pasos como sus guardia

u infierno. — fue lo primero que

dejo la frase incompleta mientras levanto su mano a modo de saludo, hacia

no que la joven le ofreció, en su lugar tomo la mano herida y

labios y no hubo forma de que el grito saliera de ell

rmana adoptada, eres valiente o tonta. —

ciso. — El coraje se estaba filtrando de sus labios,

cooperación dependerá tu regreso o tu muerte.

solo me permitirá hablar con él. — Alessandro se había movido a un lado mien

o haber sido capaz de escuchar los pasos del hombre cuando se cambió de lugar. Y Santoro so

licadeza a la joven y la guiaba a uno de los sillones de la sala, si, Santoro tenía experiencia

podría ser que estuvieran en cualquier país europeo, desde un principio y gracias a Rosita supo que se trataba de un secuestro, decidió salvar a su hermana a como diera lugar, no solo por la deuda que su familia tenía

rse con su hermano y ella se lo dio. No antes de de

angustiada y sin poder evitarlo unas lágrimas caye

usurro, de pronto su g

Dónde estás? ¿

en cuanto liberes a Fabrizzio, su jefe, me dejara ir. — Alessandro le hizo creer a la joven

n Europa, no te preoc

o libera a

olo lo entregamos, él est

embló al sentir la mano de Alessa

temas

ora llegue… Eros siento como me observa y no me gusta. — antes que la jove

a en cada palabra mientras el hombre tomaba un mechó

me gusta. — Victoria movió su mano sin temor alguno ya que el hombre aun t

or sorpresa y aturdiéndola por un momento. — Entiendo tu confusión, me olvide de decirte ese detalle, serás el juguete de mi hija, su muñeca personal, y si en algún momento mencionas cosas como, secuestro, mafia, muerte o cualquier otra cosa, te entregare a mis hombres y luego te regalare al peor prostíbulo que exista, d

ra su hija, solo… — Santoro la miro un minuto y la descubrió temblando. — El

ómo piensas mov

do recién había perdido la vista, solo fue un tiempo mientras memorizo su casa, pero ahor

cadas las cosas. — la carcajada de Aless

omo la ciega que eres. —

oz dura, Victoria tenía mucho de Candy, en realidad tenía mucho de la f

s org

su infierno, pero nadie conoce lo oscur

, solo el hecho de que era ciega la mantenía con vida de otra forma ya le hubiera disparado en medi

go así en fren

aba a punto de golpearla, el miedo a recibir un bofetón no se reflejaba en el rostro de la joven, solo las lágrimas que rodaban por su mejilla

nos atormentar a una pequeña por lo que su padre hace, además

grandes asesinos, además que sabía muy bien de lo que era capaz de hacer la madre de la joven por defender a

unca olvides que te veo

quiera de la extensa lista de víctimas que sus familiares habían dejado a lo largo de la historia, debía estar a la altura de sus hermanos, debía demostrar que el hecho de que era ciega no la convertía en débil, pero cuando por fin Alessandro la dejo sola en aquella que sería su nueva habitación no pudo evitar dejarse caerse sobre la cama, para llorar y gritar contra la almohada toda la frustración que sentía, mientras su mente gritaba todos los escenarios d

ecciono las cámaras que quería ver y allí estaba, subió el volumen y se deleitó con el llanto de Victoria y esos gritos amortiguados por la almohada, luego de unos minutos la joven decidió dejar de ser

e preguntaba como hizo aquel hombre para saber su talle, ya que solo con tocar la ropa supo que le quedaría bien, cuando llego al cajón con lencería la cara de la

ada prenda que tocaba era de encaje, una más diminuta que la otra, c

o para cuando realicen mi autopsia. — dijo en voz alta la joven de forma ir

con el dormitorio, conto cada paso, mientras llenaba la bañadera, luego cerro con seguro la pue

stoy

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