La preferida del Millonario (bajo tus garras)
cama, no puedo moverme, aún estoy mareada. –Déjame en paz–exclamó con un gran temblor en mi voz. –El juego apenas comienza–ríe una y otra vez, su mano acaricia mi muslo
e y hueso. Llevo su mano directamente a mi clítoris, y lo toco de manera suave. mis mejillas estan ruborizadas por la rabia. –Emily, eres muy hermosa–comentó, empezó a frotar mi clítoris una y otra vez, mis vellos se erizaron, al igual que los picos de mis senos, tengo tanta incomodidad que en estos momentos estar deseo muerta. Cómo si fuera poco, su dedo medio atacó en sumergirse en mi interior, de no ser por el grito que doy juro que en estos momentos ese dedo hubiera quitado mi virginidad. ya que era grande y gordo. –¡Ya basta!–él detuvo sus manos, y me miró detenidamente. –Cariño ¿pasa algo?–pregunto muy curioso. –Si vas a violarme, adelante, hazlo, pero no juegues con mis partes íntimas, solo hazlo de una buena vez–una lágrima recorrió por mi mejilla y pude sentir lo frío que estaba esa pequeña lágrima. –¿Eso quieres?. –Si, hazlo– aparte mi cara, solo quiero que esto pase rápido, que sea lo más rápido posible. Finalmente sacó su miembro y lo fue introduciendo en mi interior, me duele, me duele como el demonio, tanto que me está ardiendo, aguante el inmenso dolor, mientras que el me miraba con cara de culpabilidad, y si, eres el culpable de todo , maldito. De pequeña pensé que esto seria genial y que no dolería, pero ya veo que es solo una expectativa, pensé que mi primera vez iba a hacer con alguien a quien amara, pero no... esta vez fui violada. –¿Te duele?–me pregunta, y yo asiento, sus estocadas son suaves, bueno por lo menos no fue salvaje conmigo, pero aún así no deja de ser una violación, realmente no sé si estoy sintiendo placer o es solo la reacción de la perdida de mi virginidad. Elevo mi rostro y veo a Yusuf totalmente excitado, sus pupilas están dilatadas y los latidos de su corazón resuenan como tambor. Su frente está empapada de sudor y unas cuantas gotas caen en mis senos. Mordí mi labio inferior, deseando que esto acabe, no quiero seguir viendo cómo su miembro termina de acabar con lo poco que me queda de virginidad. –Emily, estás...–hace una pausa y suelta su agarre de mis manos–sangrando–me avisa. –¡Que!–lleve mis ojos hacia lo que el me indicaba, y si, estaba sangrando. El se leva