Novia del Señor Millonario
Cariño, déjalo y ven conmigo
El regreso de la esposa no deseada
Yo soy tuya y tú eres mío
Tesoro de CEO
La segunda oportunidad en el amor
Mimada por el despiadado jefe clandestino
La venganza de la heredera genio oculta bajo la máscara
Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada
Mi encuentro con un misterioso magnate
Inglaterra, 1865.
Ya no aguanto a mi madre y sus deseos por según ella alegrar mi vida y darle un sentido. Hoy en especial me ha insistido en que la acompañe a la gala que va a dar la reina Victoria. He hecho de todo, para demostrarle que estoy bien a pesar de la traición de Alexandra, pero como toda madre no se le puede engañar. Ella sabe que a pesar de mi exterior calmado aún en mi interior sigo sufriendo y me niego al amor, pues no pienso caer en la trampa una segunda vez y mucho menos sucumbir ante nadie más.
— ¿Hijo estás listo?, en unos minutos tendremos que partir, para el palacio de Buckingham, ya sabes que es descortés llegar tarde a la recepción de la reina y más cuando tú has sido invitado, para deleitar a sus invitados con tu hermoso talento musical. —dice mi madre al entrar a mi alcoba muy sonriente vestida con sus mejores galas, para la ocasión.
—Sí madre, ya iba a buscarte a tus aposentos. —respondo en un tono cordial.
Aunque si de mí dependiera el ir o no a ese evento yo mejor hubiera preferido quedarme y enfocarme a cosas más importantes, pero de una u otra manera tengo que darle gusto, porque sé qué hará hasta lo imposible por salirse con la suya, así que de nada sirve poner negativas. Tomo mi bastón y mi sombrero y acompaño a mi madre hacia tal evento. Ella se ve tan hermosa y tan joven que cualquiera diría que es mi hermana y no sólo por su aspecto, sino también por su carácter tan jovial. Hay ocasiones en las que parece que soy el padre, por mi carácter reservado y aguerrido, producto de la crianza que tuve por parte del sir de nuestro clan.
Al llegar a la recepción, con cortesía ayudo a mi madre a bajar del carruaje y nos dirigimos a la entrada del palacio. Muchas de nuestras amistades se encuentran presentes, y nos observan cuando nos ven llegar. Al parecer este evento es mayúsculo comparándolo con otras fiestas a las que hemos sido invitados, todos lucen sus mejores galas y las mujeres casaderas están ataviadas con su mejor ropa y arreglo personal. Mucha de la finalidad de estos bailes es agradar a los caballeros que como yo que están en edad de buscar esposa. Debería de traer un letrero que diga Conmigo no pierdan su tiempo. No pienso caer ante sus coqueteos y menos cuando su único propósito es colocarse en altas posiciones sociales sin importar el amor. Pasamos entre la multitud deteniéndonos a saludar de manera cortés a nuestros conocidos y entre ellos me encuentro con mi buen amigo Frederick.
—Mon Ami, creí que no vendrías, pues no es tu tipo de lugar para divertirte. —dice con tono de burla al saludarme.
— ¿Y perderme cómo te diviertes y deliras por todas las mujeres casaderas de este lugar? Creo que ese sí es un espectáculo digno de admirar querido amigo. —Le digo sarcásticamente.
Trato de incluirme en la celebración conviviendo con la crema y nata de Inglaterra, pero mis pensamientos me llevan en la dirección contraria. Entre pláticas sociales y política ha pasado mucho tiempo después de nuestro arribo al banquete, cuando de repente se anuncia la llegada de la reina. Todos los presentes realizamos las caravanas de protocolo ante su presencia, para recibirla mientras atraviesa el gran salón. Me preparo, para iniciar mi interpretación en el piano y así deleitar a la reina y a sus invitados con mi última creación musical. La música es mi escape de la realidad y disfruto en cada nota entregando mi pasión en cada acorde que mis dedos tocan deslizándose por las teclas de este hermoso piano.
Una vez terminada mi interpretación los invitados me ovacionan, por tan hermosa melodía y me deleito en sus aplausos. Si no fuera porque mi buen amigo me aguarda, para iniciar la verdadera diversión en este evento ya me hubiera ido, ya que no le encontraría sentido seguir aquí, para ser asediado por las señoritas casaderas. Me desplazo entre la multitud recibiendo con cortesía sus felicitaciones, las cuales me hacen sentir orgulloso de mis creaciones, hasta llegar al otro lado del salón donde mi madre y Frederick me aguardan.
La recepción pasa como cualquier otra y me divierto un poco gracias a la gran compañía de mi amigo, pero después de unas horas de estar aquí lo único que quiero es retirarme lo antes posible y recluirme en mis aposentos, para entregarme a lo que en verdad amo, La música. Sin que se den cuenta me retiro a los jardines, para encontrar, aunque sea un poco de calma y alejarme del bullicio. Sin esperarlo sale de entre los arbustos que adornan el jardín una anciana, por su aspecto me doy cuenta de que es de origen gitano y se dirige hacia mí a paso decidido, no le presto importancia. Lo más probable es que venga a pedirme alguna limosna, para ayudarla a alimentarse.
—Joven príncipe, la pena de tu corazón me ha guiado hacia ti.