ALISA
Ya nada sería igual, nunca más. Ese era el pensamiento de todas las mañanas, el pensamiento que no la dejaría ir nunca más. Alisa sabía que aquello era normal, pero no por eso más tranquilizador. Con un suspiro se levantó de la cama que no era suya, una con sábanas suaves y costosas, un cubrecama aún más lujoso y una habitación que era casi del tamaño de su antiguo departamento. Obviamente aquella habitación, aquella casa, no le pertenecía. Se dirigió al baño entonces para cepillarse, ducharse y vestirse con algo sencillo, bajó las escaleras lentamente admirando todo como cada mañana. Se encontró con Tiana en la cocina ya preparando el desayuno.
-Buenos días- saludó ella -¿necesitas ayuda?
-Siéntate ya- ordenó Tiana riendo -tienes cara de que te lanzas al metro.
Y con esas palabras le entregó una taza de café humeante.
-Si es que funciona en este momento, pero lo dudo mucho- comentó ella -gracias.
Ella se dedicó a tomar lentamente su bebida hasta que un plato con huevos, tostadas y queso fue colocado frente a ella.
-Buen provecho- dijo Tiana sonriendo mientras se alejaba para seguir cocinando.
-Tienes que dejar de ser tan eficiente- pidió ella tomando el primer bocado -me haces ver como una inútil, en cualquier momento Harry se dará cuenta y me dejará en la calle.
-Como si eso fuera a suceder, idiota- rebatió su amiga volteando los ojos.
-Prometo que te ayudo con el almuerzo- juró ella -pero gracias por esto.
-Descuida- dijo Tiana -tu eres la experta en tecnología y comunicaciones, yo no podría. Así que déjame encargarme de esto, todos tenemos que ocuparnos de algo.
-Sí, lo sé.
Un silencio cayó entre ellas durante unos segundos antes de que llegara Harry. Este entró en la estancia sonriendo como siempre, hablando y luciendo como un artista.
-¿Y a dónde va hoy señor?- Le preguntó Tiana para burlarse como siempre -me imagino que tiene muchos compromisos y hay que mantener la imagen.
-Ya que lo preguntas Tiana, cielo- comenzó Harry viéndola -decidí que ya que no salimos ni vemos a nadie al menos podría vestirme para mí, no le hace daño a nadie.
-Si lo pones así- comenzó Tiana -creo que mañana te acompañaré.
-Grandioso- afirmó Harry con una sonrisa deslumbrante antes de darle un beso en la frente a su amiga.
Y con eso el desayuno fue servido, Tiana se sentó a la mesa con ellos. Todos los días eran iguales, ya nada sería lo mismo. Y de nuevo otro pensamiento recurrente que no dejaba de acosarla desde que todo había sucedido. Ellos estaban atrapados desde hace cuatro meses. Por extraño que pudiera parecer, hace cinco meses ella había estado viviendo en un departamento mucho menos lujoso que la casa en la que vivía ahora, su trabajo era lo suficientemente bueno para que pudiera pagar su renta, comida y servicios sin problema. Sus mejores amigos y compañeros de trabajo Tiana y Harry habían estado junto a ella mucho tiempo, todo era relativamente perfecto hasta que dos semanas más tarde las cosas comenzaron a cambiar.
El evento, así lo llamaban, había iniciado con tormentas. Todo el mundo había pensado que el clima se había vuelto loco cuando huracanes, tornados, tormentas eléctricas y lluvias torrenciales fueron anunciados a lo largo de todo el planeta. No importaba que noticia observaras, todas decían lo mismo, en ese momento nadie lo había visto como algo demasiado extraño, a pesar de que en toda la tierra estaban sucediendo los mismos fenómenos. Una semana después las cosas comenzaron a complicarse, los tsunamis fueron el primer indicio de que algo más complicado estaba sucediendo cuando golpearon islas como Japón, las costas se inundaron y finalmente los terremotos iniciaron, incluso en las zonas en las que las fallas tectónicas no eran muy grandes, los movimientos eran demasiado fuertes.
Países como Chile, India en incluso Estados Unidos quedaron devastados, en estado de emergencia, dejando a todos asombrados. Ya para ese momento el mundo entero había entrado en pánico, los saqueos sucedían en todas las ciudades, los robos eran comunes y muchos accidentes eran dejados en las vías que estaban sin asistencia. Los volcanes habían sido lo último, muchos de ellos habían comenzado a despertarse y los que no había estado dormidos habían erupcionado causando aún más daño.
Era por esa razón que ella ya no vivía en su departamento. En el momento en que había iniciado todos los desastres, Harry que había estado más asustado de lo que lo había visto en mucho tiempo, les había pedido a Tiana y a ella que se mudaran con él, su amigo había heredado una mansión antigua de una de sus tías abuelas que no había dejado ningún pariente cercano, solo él. Cuando ellos se habían enterado había sido motivo de risa, ahora, lo veía como una salvación. La casa era inmensa y lujosa, con todas las comodidades, era como tener la moda de hace treinta años, pero con bastantes adaptaciones para las novedades y comodidades.
Por ejemplo cada cuarto tenía televisión, una ducha con función de masajes junto a su respectiva bañera, calefacción en el piso de toda la casa y muchas otras cosas que ella jamás se hubiera imaginado tener, era una lástima que casi ninguna de esas cosas les funcionaran ahora. La mansión estaba ubicada en una zona rural lejos de la ciudad y eso era bueno en algunos casos, pero en otros no tanto. Al menos era una zona residencial cerrada, una zona de viejos ricos, por lo que tenían muchas más seguridad de la que normalmente habría y eso les servía muchísimo en aquellas circunstancias.
-¿Cuándo tienen que irse?- Preguntó Tiana luego de que terminaron de comer.
-Debería ser pronto- dijo ella -la cola siempre es larga.