—¡Puja Caroline! ¡Puja! —El médico estaba allí haciendo su mejor esfuerzo, pero yo estaba cansada, estaba cansada y dolida. Me dolía el cuerpo, pero más el corazón.
Porque no debería estar sola en este momento, no debería parir a mi hijo sola y sin nadie que me de la mano para no rendirme, él debería estar aquí junto a mi, pero nunca dejó de ser un cobarde que no merecía nada de mi.
—¡Vamos, es el último! —La voz de Josh el médico que me ha visto desde que llegué a Inglaterra es la única compañía que tengo y lo más cercano a una familia.
Sentí un último tirón y luego el llanto de mi pequeña inundó el lugar. Lloraba con fuerza y yo la acompañaba con un llanto silencioso, era todo lo que tenía en este mundo, la amaba más que a nada y estaba dispuesta a luchar por ella con tanto como pudiera.
—Es una bebé hermosa, justo como su madre —la voz de Josh me hace abrir los ojos.
Estaba pensando por un segundo cómo se sentiría si él estuviese aquí junto a mi, me preguntaba si tal vez hubiese tomado mi mano o me hubiese abrazado luego de ver la niña nacer, o tal vez la estaría cargando él, en lugar de Josh. Pero no, Julián no estaba aquí y tampoco había espacio en mi vida para él. Las heridas seguían abiertas y yo aunque me decía que no, seguía sangrando por cada una de ellas.
—¿Puedo...?
—¡Oh! Por supuesto, lo siento Kikky. Me emocione de más, no era mi intención...
—No te preocupes, sé que la has visto crecer.
Cuando la recibo en mis brazos es como si todo a mi alrededor se hubiese borrado, solamente éramos ella y yo, estaba tan dormida y tan tranquila que no podía creer que fuese mía esa pequeña.
—¿No piensas que él debe...
—Él no existe para mi y no existe para ella tampoco, así que no Josh, mi hija no tiene padre.
—Un día ella va a crecer y te va a preguntar por él.
—Y le diré la verdad. Qué está muerto, que murió antes de saber que sería padre y que murió de la manera que mejor merecía, en soledad.
—Pero no puedes...
—Si puedo y no pienso discutirlo más, tengo que estar tranquila para ella. Ese hombre murió para mí, no merece nada de mí ni siquiera un pensamiento.